Orígenes de Roma: «Los Gemelos y la Loba»
Hablar del origen de Roma es un tema difícil, considerando que a veces tenemos dudas sobre nuestra historia de hace 200-300 años, como sería entonces hablar de historia hace más de 2000 años. Por ende, debemos ver con altura de miras este tópico, entendiendo el agudo margen de lo real con lo mitológico.
Para poder iniciar es indudable entender la importancia del río Tíber (quizás el río más importante en el origen de la cultura de occidente). Para ubicarnos debemos llegar a Ostia (antigua localidad portuaria) que es una ciudad en sí, pero corresponde a un distrito parte de la comuna de Roma. Su importancia recae en su ubicación, ya que en este lugar se encuentra la desembocadura del río Tíber, si seguimos esta ruta unos 22 kilómetros desde el mar tirreno hacia el continente, llegamos al sitio en el cual se cree el origen de todo, la actual Roma.
Roma se cree fundada en el siglo VIII a.C. por Rómulo (hermano gemelo de Remo), incluso se propone una fecha más exacta, el año 753 a. C.
Rómulo y Remo, hermanos gemelos, cuyos nombres son parte de la cultura mundial. Si bien no hay conocimientos específicos en torno a ellos, se cree que pertenecen a un antiguo linaje, en el cual llegamos hasta Troya y su caída, unos 430 años antes aproximadamente, en el año 1184 a. C.. Debemos en este punto hablar de Eneas (héroe de Troya, hijo de Anquises, un príncipe dardanio) y Afrodita (o Venus para los romanos), que logra escapar vivo de esta guerra que termina con la ciudad. Eneas toma por esposa a Creúsa (hija de Príamo, famoso Rey de Troya, en el periodo de guerra final) con quien tienen un hijo llamado Ascanio. Comienza un viaje errante de años por el mediterráneo, en el cuál Creúsa muere. Termina por llegar a Italia, en estas tierras conoce a Lavinia (hija de un rey latino), siendo probablemente esta unión, el primer evento que daría origen al pueblo romano.
Ascanio, en el año 1152 a.C., fundaría la ciudad de Alba Longa, cerca de lo que sería la ciudad de Roma.
Ascanio seria el ápice de un linaje de reyes que desarrollaría en Alba Longa, por muchos años, el punto central de esta familia, vendría con los últimos descendientes, en específico Numitor, quien era el rey en ese momento y al cual le fue arrebatado el trono por su hermano menor Amulio.
Numitor tenía una hija, Rea Silvia, a la cual Amulio con sus nuevas atribuciones, la convierte en una virgen vestal (sacerdotisas encargadas de proteger el fuego sagrado de la diosa vesta, sacándola de la línea directa de herencia al trono con ello). En este punto la mitología toma un rol preponderante, ya que la historia cuenta que el dios de la guerra Marte, que no respetaba estos cánones sagrados, la fecunda. Amulio al darse cuenta de este embarazo, la encarcela, muriendo en este proceso por torturas terribles, sin no antes dar a luz a sus 2 hijos gemelos: “Rómulo y Rémo”. Amulio ordena lanzar a ambos bebés al río Tíber, pero la historia cuenta que en ese momento el río se encontraba desbordado, y casi que por comodidad, solo son dejados en una parte más baja del río, la cual posteriormente retrocede a su nivel normal, dejando a los gemelos solo en un lodazal (pero vivos). Ahí fue donde encontrados por una loba (“Luperca” en italiano), fueron amamantados, permitiéndoles mantenerse vivos (el mito dice que vivieron un tiempo y crecieron junto a ella), hasta que Fáustulo (pastor del rebaño real) los criara hasta su adultez.
Amulio resultaría derrocado, volviendo Numitor a su legítimo lugar. Con este hecho posteriormente pasaría el poder a ambos gemelos, abocándose en fundar un nuevo asentamiento a orillas del Tíber, esto sería el origen de Roma.
Para decidir quién reinaría esta nueva ciudad, sería un augurio el responsable, representado por una bandada de aves, de las cuales 6 se aparecieron ante Remo, y 12 ante Rómulo (siendo visto por ellos como una metáfora de los votos de los dioses), terminando este último como rey.
El lugar donde se inicia específicamente Roma no está claro, solo sabemos que era a orillas del Tíber y que había 7 colinas (Palatina, Capitolina, Celia, Aventina, Esquilina, Viminal y Quirinal), se teoriza por temas de estrategia que tuvo que haber sido sobre una de ellas, ya que eran tiempos de guerra, y resultaba un emplazamiento más táctico. Ya como una tradición, la historia la establece en la colina Palatina.
Rómulo define los límites de la ciudad, enganchando una vaca y un toro a un arado, delimitando con un surco (denominado “pomerium”), que sería la sagrada huella de la muralla de la ciudad (se dice que este era el rito etrusco para la fundación de una ciudad en esta región del Lacio). Remo al no estar de acuerdo con esto, y actuar no respetando la tradición, es visto como contrario a su hermano, y es asesinado por este.
Roma, era entonces una nueva ciudad, ya fundada, pero sin ningún habitante, por lo cual en lo que es el actual capitolio, crea un refugio para lo que sería la escoria del Lacio (asesinos, ladrones, exiliados, etc, que vagaban por la región), Roma nunca fue un pueblo étnicamente homogéneo, llega incluso a tener más adelante emperadores de otras nacionalidades (españoles por ejemplo), un poco esto hijo de un sistema imperial en constante expansión que aceptaba todas las culturas bajo su alero.
Algunos pueblos ya habitaban esta región en torno al Tíber en la Edad de Hierro, entre ellos los “villanovenses”, los cuales terminarían a través del comercio y la expansión, en los años 700 a.C. siendo finalmente los etruscos.
Los etruscos dominaban la costa del mar tirreno, y una parte de Italia central, “Etruria”, por lo que cualquiera que intentara asentarse en estas zonas contaba con un poderoso rival. Cercano a Roma estaba 14 kilómetros al norte la ciudad etrusca de Veii, pero bastarían muchos años (en el 300 a.C.) para que el poder romano eclipsara a estos hombres.
Otra tribu importante de la región eran los «sabinos», cuyo probable asentamiento era en la colina Quirinal, eran montañeses y pastores. Rómulo que tenía desde ya el ideal expansionista propiamente romano, decide como primer objetivo hacerse con ellos. Para ello celebra unas carreras de caballos durante la Fiesta de Consus, atrayendo a ello a los sabinos, en estas circunstancias es que los lleva a una trampa, y se apodera de todas las mujeres sabinas jóvenes que se encontraban en esta festividad. Los furiosos sabinos dispuestos a la guerra al mando de Tito Tacio (rey de los sabinos), atacan Roma, pero las mujeres sabinas capturadas ruegan por la paz a ambos bandos, ya que muchas de ellas ya eran esposas y madres de romanos (pensemos que el relato de estos hechos son resumidos, ya que la realidad es transcurren muchos años entre un hito y otro), pero hermanas e hijas de sabinos, concordando así el fin del conflicto (en la imagen podemos apreciar la pintura: El Rapto de las Sabinas, de Jacques-Louis David, ubicado en el Museo del Louvre).
Rómulo gobernaría durante 33 años las tribus unidas, de esta alianza de sabinos con romanos, desapareciendo sin saber de su final o muerte. Su sucesión en el trono, fue seguida por 6 reyes (entre sabinos y latinos) en orden cronológicos corresponden a:
- Numa Pompilio: Reina por 43 años, fundador de innumerables templos y ritos religiosos.
- Tulio Hostilio: Conquista a los albanos y al pueblo etrusco de Veii.
- Anco Marcio: Anexiona a Roma las colinas del Janículo y el Aventino.
- Tarquinio Prisco: Creador de los juegos Romanos.
- Servio Tulio: Anexiona las colinas Quirinal, Viminal y Esquilina, y acaba con los sabinos.
- Tarquino el Soberbio: Asesina a Servio (su hijo Lucio Tarquino el Soberbio, es quien logra la paz entre latinos y etruscos).
Los reyes fueren quienes establecieron la colina Capitolina (mons capitolinus) como centro sagrado de roma (y centro de la ciudad), creando templos importantes como el de la diosa Minerva, el dios Juno, pero el más importante el templo de Júpiter (“Júpiter óptimo y máximo”), supuesta obra del rey Tarquino en el 509 a. C.
La época de los reyes de Roma, dura unos 200 años, no era una sucesión hereditaria, en general eran por elección popular, pero no de todos, solo por los patricios.
Los patricios, no solo elegían al rey, sino que también lo aconsejaban. Con la expulsión del último rey, Tarquinio el Soberbio, a causa de los patricios, deciden terminar este sistema monárquico, decidiendo no establecer más en una sola persona tanto poder. Ahora se concedió el poder a 2 personas, los cónsules, que tenían los mismos poderes, y uno podía invalidar al otro en sus decisiones. El poder religioso fue arrebatado del Rey, y ahora lo portaba un sacerdote (pontifex maximus).
Todo ciudadano romano, que no fuera patricio era “plebeyo”, pero lo cual era aún un privilegio, ya que no todos gozaban con esa condición (ejemplo son los esclavos y extranjeros residentes no eran considerados romanos). En el año 494 a.C. en contexto de una huelga de los plebeyos quienes se niegan a realizar el servicio militar (para una ciudad expansionista un claro problema) por los malos tratos de los patricios, se negocia y se instaura el inicio de los tribunos, que funcionaban como representantes de los plebeyos, cada año se elegían 2 (pronto aumentarían a 10 tribunos), para determinar sus labores se crea una serie de leyes (“las doce tablas”).