Revolución Francesa

Parte 6: Revolución en el mundo, «El antes y el después del estallido francés»

La Revolución Francesa, se da a finales del siglo XVIII dentro de una ola de revolución democrática. Muy probablemente secundaria a la gran revolución de las colonias inglesas en Norteamérica, que luego se extiende al norte de Europa, la primera a citar por su más prematuro éxito es la de los Países Bajos (cuyo triunfo democrático fue en 1785). Serían procesos con muchos puntos en común, como una burguesía en contra de una oligarquía, donde se demandaban más derechos políticos, organización de sociedades políticas, desarrollo de prensa política, entre otros.

La Revolución norteamericana

En 1776 las colonias británicas de América del Norte declaran su independencia organizándose como repúblicas (cada una con su constitución propia). Tras seis arduos años de guerra, el ejército de George Washington (con la ayuda de Francia y España), sale victorioso contra todo pronóstico. Francia celebra esto, ya que Inglaterra la despojó de todas sus colonias en América del Norte en 1763, en suma a que emblemáticos hombres como el marqués de Lafayette participaron en el conflicto.

Esta Revolución de los angloamericanos fue el acontecimiento más relevante para acelerar la revolución en el mundo, La nueva República Norteamericana supone la creación de una nueva comunidad política, basada en la soberanía popular y en la igualdad de derechos entre los ciudadanos, en oposición al régimen británico que se veía como elitista y déspota. Lo que coronó esta democracia fue la reforma constitucional de 1787 que llevó a la elección del primer presidente del país, George Washington. 

Los militares franceses, ya de regreso en su patria, regresaron como demócratas o liberales. Y en Francia, elementos como la Declaración de Independencia de los Estados Unidos de 1776 causaron conmoción, con la frase escrita por Jefferson: «Todos los hombres son creados iguales, reciben de su creador ciertos derechos inalienables, entre los que se encuentra la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad». El gobierno de Luis XVI, por supuesto era consciente del peligro que suponía esta Declaración, por lo que prohíbe su impresión, pero de todos modos circula manuscrita, al igual que otras tantas Declaraciones (como la de Delaware, Maryland, Virginia, Carolina del Norte), que lograron sortear la censura. 

Los parisinos contraron entre 1776 y 1785 con una de las figuras de la Revolución norteamericana, Benjamin Franklin, que fue embajador de esta «Nueva» república y poder negociar una alianza con Francia, en seguida fue un personaje querido y mimado por la sociedad parisina, donde difunde sus ideas y costumbres democráticas (por ejemplo se presentaba en sociedad sin peluca), para seguir esta tendencia, su sucesor fue el mismo Jefferson, que mantuvo estrechos contactos con la elite francesa, pero en especial con el marqués de Lafayette.

Un elemento importante a hablar es que la Revolución igual se da en el mismo corazón del imperio británico, donde surgen destellos de democracia. Entre los simpatizantes destacables se encuentra John Wilkes, periodista y agitador radical, reclamaba en 1776 una reforma del sistema de elección del Parlamento británico (para que fuese más representativa). Ya en 1780 en pleno auge de un movimiento de asambleas locales que pedías una reforma electoral, se oyeron en Inglaterra voces que proclamaban el sufragio universal y elecciones anuales (en vez de cada 7 años). 

Todas esas pretensiones revolucionarias inglesas, se vieron truncadas por el efecto que tuvieron los «Motines de Gordon», un gran movimiento «contrarrevolucionario», que protestaba contra la concesión de derechos a los católicos. Eran un total de 30.000 a 40.000 manifestantes, que llegaron a rodear el Parlamento e incluso asaltaron la cárcel de Newgate (un equivalente a la Bastilla), pero con un objetivo opuesto, protegerlos de reformas. Luego de ello, todo intento de cambio electoral fracasó (democrático o no democrático).

De Ginebra a Ámsterdam

Otro conflicto que tuvo un efecto más inmediato en Francia, fue la Revolución de Ginebra de 1781, donde en esa ciudad (como en otras de Suiza), se arrastraba un conflicto entre la aristocracia (unas 300 familias que controlaban la ciudad) y los «nativos», que eran un tercio de la población nacida en la ciudad pero desprovista de derechos políticos. En ese mismo año una fracción de la aristocracia (llamada los «representantes», porque hace 20 años protestaron contra la condena de 2 libros del ginebrino Rousseau, el «Emilio» y «El contrato social»), que en alianza con los «nativos», ocuparon la ciudad y adicional a ello, se les concedió la ciudadanía (junto a otros grupos minoritarios, como los grupos urbanos y rurales). Los aristócratas ginebrinos respondieron apelando a Luis XVI, y fue un ejército francés, junto a fuerzas de Saboya y Berna, el que en el año 1782 redujo a los rebeldes, viéndose en millares obligados a refugiarse en Francia. Este grupo de revolucionarios emigrados tuvo una presencia destacada en la política francesa durante la Revolución, fundando el Club Helvético e incluso en 1792 instaron a la unión de Ginebra a Francia. 

Algunos otros emblemáticos exiliados de Suiza, fueron por ejemplo Mirabeau y Brissot, que se encargaron de difundir en Francia los sucesos de Ginebra, enfatizando en el efecto de la unión de dos despotismos, el de la oligarquía de Ginebra con el de los Borbones. 

La Revolución Holandesa

Este fue un movimiento de gran envergadura ocurrido en el año 1785, que puede incluso considerarse como el detonante del ciclo de revoluciones democráticas que vendría en Europa. Las «Provincias Unidas» (Provincias Unidas de los Países Bajos, como es su nombre completo), se organizaba como una red de ciudades gobernadas cada una por una aristocracia mercantil y terrateniente, los «regentes». Todas estaban bajo la dirección de un «estatúder», que desde el año 1747 era un cargo hereditario en manos de la familia «Orange» (lo que era algo parecido a una dinastía monárquica). Así como en Ginebra, las burguesías locales sentían cada vez más como un agravio su exclusión de las instancias de gobierno por parte de los regentes. Lo ocurrido en los Estados Unidos, reaviva el espíritu de los burgueses, y genera un nuevo grupo autodenominado los «patriotas», que reclamaban su participación en el gobierno. Los líderes de la revuelta, como «Van der Capellen», reavivaron un antiguo mito en que los neerlandeses eran descendientes de los «bátavos», una antigua tribu germánica de los tiempos de Julio César, y los holandeses sentían que debían recuperar ese espíritu de libertad de sus antepasados y escapar del yugo de los regentes y del estatúder, para convertirse en auténticos «bátavos libres».

Esta costumbre de buscar antecesores nacionales remotos para inspirar la liberación no fue solo con el ejemplo de los bátavos y los neerlandeses, ya que se vuelve una moda, ejemplificado con el caso de los «belgas» y los patriotas de Flandes (referenciando a las tribus que combatieron contra los romanos en los tiempos de César), luego vendrían los «helvecios» con los suizos, los «alóbroges» con los saboyanos y los «Ligures» con los genoveses. 

La «Revolución bátava» triunfó en las principales ciudades neerlandesas como Utrecht, Leiden y Ámsterdam. El estatúder optó por retirarse y a finales de 1786 surgen propuestas de crear una Asamblea Nacional (en reemplazo del sistema de confederaciones de ciudades representadas en los Estados Generales). El gobierno francés a fin de contrarrestar a los británicos (que estaban en favor del estatúder), se pusieron de lado de los patriotas. Pero en 1787 un contingente prusiano, alentando por el consejero «inglés» del estatúder, invade el país sin que Francia se interponga. Los prusianos entran en Ámsterdam, y por medio de un sitio de 10 días, logran la victoria y la salida de hasta 40.000 patriotas neerlandeses, que buscan refugio en Francia, donde verían la Revolución Francesa como la oportunidad de reanudar lo realizado anteriormente.

Post. Revolución Francesa

Las revoluciones no terminaron con la francesa, así fue como apenas dos semanas después de la toma de la Bastilla estalló una revolución en Bélgica (los Países Bajos, pero bajo soberanía austríaca). En la ciudad de Lieja (o Principado episcopal de Lieja), el 18 de agosto de 1789 el príncipe-obispo fue derrocado por una revuelta burguesa y popular. Un mes luego de ello, una asamblea representativa aprobaba una Declaración de Derechos (más elaborada que la francesa) y se disponía a trabajar en una nueva constitución.

En las provincias flamencas de Bélgica, mientras tanto, estallaba en octubre del mismo año la “Revolución brabanzona”, que expulsó a las autoridades austríacas y llevó el poder a una coalición de grupos aristocráticos y liberales.

En 1790 se aprueba una nueva constitución por la que se proclamaban los Estados Belgas Unidos, en evidente imitación del ejemplo norteamericano.

Ambas revoluciones, la de Lieja y la de los brabanzones, se distinguen de la francesa (ya que se parecen en que tenían dos bandos, uno aristócrata y uno burgués), en que tuvo una muy corta duración, debido a que a finales de 1790 las tropas del emperador Leopoldo II en base a una clara demostración de poder, apagaron toda llama revolucionaria.

Otros ejemplos de revoluciones ocurren en tierras que se anexaron a Francia. El primer ejemplo son Saboya y Niza, dominios del ducado de Saboya, ocupado por las tropas francesas en septiembre de 1792. En Saboya se formó una Asamblea Nacional “de los alóbroges”, que aprobó la deposición del duque y la unión a Francia. En París fue tema de debate esta anexión, ya que parecía una conquista, y la constitución de 1791 lo prohibía, pero se impusieron los partidarios de la expansión republicana y el 27 de noviembre votaron la creación del 84º departamento de Saboya. Lo mismo ocurre con la anexión de Niza, que por medio de una votación de 18 municipios, se votó la incorporación a Francia por unanimidad (lo mismo que ocurre en Mónaco).

Dejar una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *