Parte 1: Indecisión y Consecuencia… El origen de la Revolución
La reunión de los Estados Generales no se realizaba desde el año 1615, y venía siendo solicitada por el pueblo desde hace años, se esperaba que fuese la solución a todos los problemas de los súbditos. Pero tan solo un mes y medio más tarde todo cambia drásticamente, los que un 5 de mayo habían aplaudido el discurso del soberano, ahora se reunían bajo su propio riesgo (clandestinamente) en una sala que utilizaba el rey para jugar tenis, lugar en el cual bajo enardecidos discursos declaraban que la soberanía residía en la nación, de la cual eran ellos los representantes, y que habían venido a Versalles no a aconsejar al rey, sino que a crear una constitución para Francia.
En inicio la causa de la reunión de 1789, fue por la crisis económica de la hacienda real, posterior a la intervención francesa en la guerra de independencia de los Estados Unidos (1775-1783), que tuvo un costo colosal dejando a Luis XVI con un déficit fiscal insostenible. El arcaico sistema de recaudación de la monarquía hizo irreversible el panorama en los años venideros, de modo que el estado entró en quiebra. En 1788 los ingresos fiscales eran de 470 millones de libras, y los gastos superaban los 630 millones de libras (la mitad correspondían a la deuda contraída por el apoyo a los Estados Unidos). La única salida viable era una reforma al «sistema impositivo», pensando así en crear un impuesto sobre la tierra que pagaran todos los propietarios, sin atender a privilegio alguno.
Remontándonos unos pocos años atrás, atisbos previos para solucionar esta crisis hubieron. Los tuvo el ministro de Finanzas de Luis XVI, Calonne, desde el año 1786 cuando convoca a una «Asamblea de Notables» (institución «consultiva» que no se reunía desde los tiempos del cardenal Richelieu), de quienes esperaba una ratificación a su programa impositivo. Esta asamblea se inauguró en febrero de 1787, en Versalles, formada por 144 «notables», de todas las clases privilegiadas. Se tomaron decisiones significativas, como poner un tope a la «taille» (impuesto sobre la propiedad de tierras pero que solo pagaban los no privilegiados), liberalizar la exportación de granos y sustituir la corvée (prestación de trabajo al señor) por una tasa.
En relación a la propuesta de impuesto territorial hubo problemas. Los nobles y el Parlamento afirmaban que todo nuevo impuesto requería el consentimiento de los afectados y que en este caso solo podía obtenerse de una asamblea auténticamente representativa y no había otra que la de los «Estados Generales».
Al cierre de la «Asamblea de Notables», en mayo de 1787, el ministro Calonne, ya había sido reemplazado por Brienne (nuevo ecargado de Finanzas). El nuevo ministro quería evitar la convocatoria de los «Estados Generales» a toda costa, intentando que el Parlamento de París aprobara el impuesto territorial, que debía por medio de una “forzada” ley, registrar el reglamento para que fuese efectivo. El rey a modo de presionar al Parlamento, incluso se hizo presente en el Palacio de Justicia, pero no eran los tiempos de sus antecesores (que eran la expresión del poder absoluto con su mera presencia), y ahora los jueces apoyados y respaldados por la opinión pública, se mostraron con una absoluta negativa (al igual que los Parlamentos de provincias), que no aprobarían nada que no fuese por medio de una reunión de los «Estados Generales».
A finales de 1787, Luis XVI se ve obligado a ceder, comprometiendo convocar a los Estados Generales, pero en un irrisorio plazo de «cinco años» (o sea en 1792), lo cual no alivió en nada la tensión social, todo lo contrario. En la situación de pobreza y hambre, los Parlamentos se alzaron como portavoces del descontento social y político. En oposición a ellos, Luis XVI, insta a Lamoignon (ministro de Justicia y Guardián de los Sellos) a promulgar una ley mediante la cual se restringían a los Parlamentos, pero lo único que consigue es exasperar más los ánimos y extender el conflicto por toda Francia.
En agosto de 1788, con sus finanzas en quiebra y un gobierno que se veía incapaz de mantener el orden de la nación, anula la ley de Lamoignon y anuncia que los Estados Generales se reunirán el 1 de mayo de 1789 en Versalles.