Revolución Francesa

Parte 1: Indecisión y Consecuencia… El origen de la Revolución

«…15 de mayo de 1789 en la sala del «Hôtel des Menus Plaisirs» de Versalles, se congrega la reunión inaugural de los Estados Generales de Francia (una asamblea representativa de la sociedad tradicional francesa, cuyo origen esta en la Edad Media). Los miles de diputados reunidos, esperaron pacientemente la llegada del rey y la reina (y el resto de la familia real). Todo inicia con el discurso del rey, expresando su preocupación por la grave situación del reino, e invitaba a los diputados a buscar un acuerdo para su solución…¿Quién podría presagiar que el interés de los oyentes no estaba en sus palabras, sino en su cabeza?…»

La reunión de los Estados Generales no se realizaba desde el año 1615, y venía siendo solicitada por el pueblo desde hace años, se esperaba que fuese la solución a todos los problemas de los súbditos. Pero tan solo un mes y medio más tarde todo cambia drásticamente, los que un 5 de mayo habían aplaudido el discurso del soberano, ahora se reunían bajo su propio riesgo (clandestinamente) en una sala que utilizaba el rey para jugar tenis, lugar en el cual bajo enardecidos discursos declaraban que la soberanía residía en la nación, de la cual eran ellos los representantes, y que habían venido a Versalles no a aconsejar al rey, sino que a crear una constitución para Francia.

En inicio la causa de la reunión de 1789, fue por la crisis económica de la hacienda real, posterior a la intervención francesa en la guerra de independencia de los Estados Unidos (1775-1783), que tuvo un costo colosal dejando a Luis XVI con un déficit fiscal insostenible. El arcaico sistema de recaudación de la monarquía hizo irreversible el panorama en los años venideros, de modo que el estado entró en quiebra. En 1788 los ingresos fiscales eran de 470 millones de libras, y los gastos superaban los 630 millones de libras (la mitad correspondían a la deuda contraída por el apoyo a los Estados Unidos). La única salida viable era una reforma al «sistema impositivo», pensando así en crear un impuesto sobre la tierra que pagaran todos los propietarios, sin atender a privilegio alguno.

Luis XVI: Rey de Francia cuya personalidad sin duda alguna fue un factor que aceleró el proceso de revolución, por una parte, por su mera incapacidad y por otra, por las intrigas que tenía hacia los partidos que estaban en ascenso en ese momento en favor del pueblo. De lo positivo, se puede mencionar que era un hombre moral y bondadoso, pero cuya formación política era pobre, tomando distancia de las responsabilidades de gobierno (parecía tener indiferencia ante los problemas políticos), enfocando su tiempo más en la caza y la cerrajería. Soñaba con dejar de ser rey y su indecisión ante los problemas era de conocimiento mundial, nunca supo en el fondo ser rey.

Remontándonos unos pocos años atrás, atisbos previos para solucionar esta crisis hubieron. Los tuvo el ministro de Finanzas de Luis XVI, Calonne, desde el año 1786 cuando convoca a una «Asamblea de Notables» (institución «consultiva» que no se reunía desde los tiempos del cardenal Richelieu), de quienes esperaba una ratificación a su programa impositivo. Esta asamblea se inauguró en febrero de 1787, en Versalles, formada por 144 «notables», de todas las clases privilegiadas. Se tomaron decisiones significativas, como poner un tope a la «taille» (impuesto sobre la propiedad de tierras pero que solo pagaban los no privilegiados), liberalizar la exportación de granos y sustituir la corvée (prestación de trabajo al señor) por una tasa.

Jacques Necker: era un banquero, cuyo papel fue decisivo sobre las finanzas de la monarquía anterior a la revolución francesa. Vivía en París donde creó una gran fortuna, luego será nombrado en 1777 ministro de Hacienda. De sus primeras medidas, fue en 1781 hacer público el presupuesto de la monarquía, con lo cual los expertos pudieron discutir de los distintos ingresos y el destino al que iban, pero el que todos más observaron fue el gasto en fiestas de los cortesanos de Versalles. En 1788, Necker será llamado nuevamente al estado, pero ahora como ministro de Finanzas, con muchas expectativas en su favor, ya que se pensaba que sería el salvador del país a través de la convocatoria de los Estados Generales (ya que el fue quien la alentó), sin ir más allá, que el rey «Intentara» prescindir de él, fue lo que determina la revuelta del 14 de julio de 1789. Su final sería determinado por el hecho de ser un «moderado», viendo forzada su dimisión en en septiembre de 1790, siendo empujado al exilio y luego confiscados sus bienes. 

En relación a la propuesta de impuesto territorial hubo problemas. Los nobles y el Parlamento afirmaban que todo nuevo impuesto requería el consentimiento de los afectados y que en este caso solo podía obtenerse de una asamblea auténticamente representativa y no había otra que la de los «Estados Generales».

Al cierre de la «Asamblea de Notables», en mayo de 1787, el ministro Calonne, ya había sido reemplazado por Brienne (nuevo ecargado de Finanzas). El nuevo ministro quería evitar la convocatoria de los «Estados Generales» a toda costa, intentando que el Parlamento de París aprobara el impuesto territorial, que debía por medio de una “forzada” ley, registrar el reglamento para que fuese efectivo. El rey a modo de presionar al Parlamento, incluso se hizo presente en el Palacio de Justicia, pero no eran los tiempos de sus antecesores (que eran la expresión del poder absoluto con su mera presencia), y ahora los jueces apoyados y respaldados por la opinión pública, se mostraron con una absoluta negativa (al igual que los Parlamentos de provincias), que no aprobarían nada que no fuese por medio de una reunión de los «Estados Generales».

A finales de 1787, Luis XVI se ve obligado a ceder, comprometiendo convocar a los Estados Generales, pero en un irrisorio plazo de «cinco años» (o sea en 1792), lo cual no alivió en nada la tensión social, todo lo contrario. En la situación de pobreza y hambre, los Parlamentos se alzaron como portavoces del descontento social y político. En oposición a ellos, Luis XVI, insta a Lamoignon (ministro de Justicia y Guardián de los Sellos) a promulgar una ley mediante la cual se restringían a los Parlamentos, pero lo único que consigue es exasperar más los ánimos y extender el conflicto por toda Francia.

En agosto de 1788, con sus finanzas en quiebra y un gobierno que se veía incapaz de mantener el orden de la nación, anula la ley de Lamoignon y anuncia que los Estados Generales se reunirán el 1 de mayo de 1789 en Versalles.

«Componentes de los Estados Generales de Francia«
El 4 de mayo de 1789 se hizo la procesión inaugural de los Estados Generales. El protocolo determinaba la separación estricta entre sus estamentos, lo cual se reflejó sobretodo en la vestimenta.

1) Clero: Era el primer estado, con 291 diputados, como muchas fueron elecciones en parroquias, se vieron favorecidas elecciones «populares», ya que solo 46 obispos fueron elegidos, y dos terceras partes fueron curas simples, reacios a las innovaciones propuestas.

2) Nobleza: Eran el segundo estado, de lujosa vestimenta, en que resaltaba el oro y sus emplumados sombreros. Eran un total de 270 diputados, donde predominaban los «pequeños nobles», que se mostraban muy adeptos al espíritu aristocrático, defiendo así sus privilegios nobiliarios, y paradójicamente 90 nobles restantes, que eran de grandes familias (como los «altos» nobles), defendían ideas liberales y revolucionarias.

3) Estado llano: El tercer estado, de vestimenta austera (chaqueta y medias negras, sombreros sin plumas). Fueron en la procesión el estado más aplaudido, y corresponden a 578 diputados, representando al grueso de la población.

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