Fin de la Patria Vieja: «El Desastre de Rancagua»
27 de agosto, Antonio Vites Pasquel un conocido de Bernardo, llega a su campamento junto al Maipo. Bernardo con la idea de que era un enviado de Gaínza, pero solo traía un mensaje, Gaínza estaba fuera de la escena, pero no porque se hubiese ido (según lo acordado), sino que estaba pronto a enfrentar un juicio en Lima.
Hace solo un tiempo atrás, cuando deja Talca para la disputa con Carrera, Abascal desde Lima había ya enviado al nuevo general de las tropas realistas, Mariano Osorio, el cual informa que el virrey no reconoce nada sobre el Tratado de Lircay. Osorio era yerno de Abascal, y entre las fuerzas del destituido Gaínza y las traídas del Perú, reúne un total de 5.000 hombres, con el propósito de terminar con el desorden en Chile tajantemente. El conflicto con Carrera y la Batalla de tres acequias, poco importaba ahora.
El virrey Abascal, que si bien juró fidelidad a la Junta de Cádiz y a la Constitución liberal, Fernando VII lo veía con buenos ojos, ya que pudo impedir la formación de juntas que sembraran el ideal independista en el Perú.
Se habla de que Bernardo provoca la Batalla de Tres Acequias porque sabía de la llegada de Osorio, y veía en ello una posibilidad de destronar rápidamente a Carrera. Pero las fechas no coinciden y la comunicación sabemos que no era instantánea. Osorio llega a Talcahuano un 13 de agosto, y justo en esos días Bernardo abandonó Talca para enfrentarse a Carrera. Osorio ocupa Chillán el 18 de agosto y despachó a Vites Pasquel el 21, cuando Bernardo ya estaba a la altura de Rengo.
Bernardo permite a Vites Pasquel partir a Santiago con otra carta que tenía de Osorio para Carrera. Detrás de Pasquel, O’Higgins envía un emisario suyo para proponer la reconciliación con Carrera. Pero este obstinado no acepta de primeras un trato, mientras que Bernardo esperaba que cediese en algo su poder, compartiéndolo o francamente entregándolo, Carrera solo propone a Bernardo (en su respuesta) que se hiciese la elección de un nuevo gobierno provisional, y que sus ejércitos observaran dicho proceso, acatando sin conflicto el resultado, idea que era una locura pensando en el ejército que se les venía encima. Por otra parte, Carrera toma preso a Vites Pasquel, perdiendo toda posibilidad de negociación con Osorio.
Bernardo decide olvidar su propia seguridad, y cita a su enemigo (Carrera) a una reunión en Calera de Tango, el que era territorio de la familia Carrera. La reunión se concreta el 2 de septiembre, con el temor de todos los hombres del ejército del sur, ante una eventual emboscada, pero José Miguel solo se presenta con un hombre. La reunión duraría seis horas, en que el tema de la invasión española se trata solo al comienzo, terminando en una discusión política personal de ambos.
De lo que se puede desplegar, es que Bernardo propone primero reemplazar a Julián Uribe (delegado de Concepción en la Junta Carrerista) por Isidro Pineda, que le era más cercano a él, para más tarde sin más dilaciones terminar proponiendo que la Junta se disolviera y que Carrera quedara como Director Supremo (una aseveración que suena impresionante, pero que el mismo Bernardo confirma en entrevistas posteriores). Además, ambos sacan cuentas que sus ejércitos juntos no llegan ni a la mitad del de Osorio, que por lo demás contaba con algunos cuantos españoles de mucha experiencia.
Cabe mencionar que antes de esta reunión Carrera recibe una carta con la advertencia de Osorio, quien ofrece no dañarlos en que caso que rindiesen lealtad a Fernando VII y a las cortes. Carrera responde que las cortes fueron disueltas por el mismo Fernando, “¿Cómo nos puede exigir rendir lealtad a algo que el propio rey disolvió?” (un probable error argumentativo, sin mayor trascendencia, pero que genera dudas en Carrera).
El 3 de septiembre, Bernardo y José Miguel se juntan en la casa de este último en Santiago, concertando un plan de ataque (más bien de defensa).
El 5 de septiembre Bernardo regresa a su campamente junto al Maipo, con un nuevo ejército conformado por 3 jefes. Bernardo estaba al mando de la primera división (en rigor el mismo ejército del sur), Juan José Carrera al mando de la segunda división y José Miguel al mando de la tercera, que era la fuerza organizada para hacerle frente a Bernardo. Algo que impresiona como una gran armada, resulta un desastre, Bernardo tuvo entregar varios de sus oficiales a Juan José, hombres de vasta experiencia (Quilo, Membrillar y Quechereguas), y se desprende de cañones que manda a Santiago para repararlos, y de algunas mulas en mal estado.
Pero lo malo para Bernardo no termina ahí, sufre además la deserción de Manuel Vega (su secretario) y el coronel Manuel Bulnes (padre del futuro héroe de Yungay y futuro Presidente de Chile), que se pasan al bando realista (Carrera publica una furiosa proclama en el “Monitor Araucano”, en el que cualquiera que viese a Vega que lo matara). Ya a mediados de septiembre Bernardo disponía de unos 1.000 hombres, Juan José de unos 700 y José Miguel unos 2.000.
Carrera realiza una drástica preparación para la batalla, en la que el 7 de septiembre publica que todo aquel que tenga la menor comunicación directa o indirecta (de palabra o por escrito) con el enemigo, sería castigado con la muerte. Además, dentro las mismas tropas se dedicaron a supervisar la entrada y salida de Santiago (inspeccionando equipajes y pertenencias). La Junta de Carrera además comienza a seguir con impuestos abusivos a aquellos con ideologías realistas que estaban en Santiago, como ejemplo se puede citar a Francisco Mate, quien tuvo que ir preso a la espera de que su familia consiguiese el dinero, fue tan drástico que termina teniendo un ataque de ira contra cualquier español que algo hablara en contra del gobierno (hasta en una conversación de un café), con lo que encarcela un gran número de personas (no pasaban mejor suerte humildes campesinos desertores a los alrededores de Santiago con la quema de sus humildes ranchos).
El estado de ánimo en Santiago no era el mejor, hasta cierto punto entendiendo las deserciones. Bernardo recibe una carta de Vega, en la que le aconseja pasarse al bando realista, e incluso le ofrece la Intendencia de Concepción, cargo que usó alguna vez su padre. Luego de leerla, la rompe con rabia, ni si quiera la contesta.
A O’Higgins le preocupaban sus hombres, sobretodo por su vestuario. Andaban con harapos y descalzos, por lo que su primera orden para preparar el combate fue la confección de ojotas. Gran parte del problema del aprovisionamiento era responsabilidad del gobierno anterior, pero la batalla de las Tres Acequias, no hizo mucho favor al asunto, ya que tuvo un gran costo en municiones, pertrechos, ganado y hombres.
Ahora venía la discusión de en donde combatir a Osorio, una larga discusión entre Bernardo y Carrera, arroja dos ideas finales, Paine o Rancagua. Se termina descartando Paine por su angostura (es un punto donde se acerca mucho la Cordillera de la Costa y la de los Andes), y Rancagua será el elegido por ser de los pocos lugares donde aún quedaba ganado y funcionaba la agricultura (no había sufrido guerras hasta ese momento), era literalmente el granero de Santiago, por lo que era lógico que Osorio intentaría tomar su villa, sobretodo si quería un lugar para alimentar sus hombres y mover sus cañones, además que al tomarla dejaba sin provisiones a Santiago, quedando a merced del hambre. El lugar en definitiva contra la opinión de Carrera, sería Rancagua.
El 20 de septiembre Bernardo es informado que la división de Juan José ya venía en camino, pero solo se acerca hasta el día 26. Carrera no estaba tan preocupado del sur, como si del mar, ya que no descartaba una invasión por Valparaíso.
El tiempo de dudas termina el 1 de octubre, un día sábado por la mañana, Mariano Osorio junto a 4.000 hombres, 3.000 fusiles y 16 cañones, cruza el río Cachapoal (donde los patriotas tenían guardias que fueron apresados, y gracias a lo cual se enteran de su llegada, pero dos horas después). Juan José aún no llegaba, y las fuerzas estaban cuatro contra uno, aunque con la segunda división no llegaría a ser mejor que un uno contra dos. En ese escenario es que Bernardo sale a enfrentar a los realistas con unos pocos cañones y algunos huasos (los mismos enfrentados en Tres Acequias), sin avanzar mucho, se toma posición en las tapias de unos potreros desde donde se bate por una hora.
Juan José mientras ocurría esto, llega a Rancagua y se parapeta en unas defensas que Bernardo construye, hacia donde se repliega O’Higgins, en la Plaza de Rancagua.
La Plaza, tiene una particularidad, tiene calles que nacen de cada uno de sus costados (no solo de las esquinas como es lo normal), por lo que desde el centro se pueden ver esas cuatro calles y quien se acercase desde ellas. Bernardo armó una defensa con paredes de adobe, con intersecciones que daban hacia cada calle, dando así una visión para disparar al enemigo (este perímetro defensivo se le llamo “el cuadro”). Allí fue donde se parapeto la segunda división recién llegada, además de las casas adosadas a esta defensa armada. Bernardo que estaba replegándose, corre desde el sur, recibiendo fuego amigo de Juan José (lo confunde con el enemigo), resultando en la dispersión de este grupo de la división de Bernardo, quienes en definitiva no participan más de la batalla. Los solados patriotas que quedaron, le agregaron a la bandera blanca, azul y amarilla, dos crespones negros en señal de que pelearían hasta el fin.
Osorio y su lugarteniente Rafael Maroto entran en la ciudad con un batallón de Talaveras (división creada en 1813 con andaluces fogueados en guerras, algunos ex presidiarios y hombres reconocidos por su brutalidad), junto a ellos 2 compañías peruanas.
El conflicto propiamente tal comienza con 150 milicianos al mando de Manuel Astorga y 2 cañones a cargo de Antonio Millán, en el punto sur, donde esperaban a los españoles y peruanos mencionados, de este primer encuentro saldrían victoriosos los patriotas, pero era solo el comienzo de un largo día. Un instante después batallones valdivianos y chilotes atacan por el norte, sorprendentemente el asalto realista igual fue rechazado. En el mismo momento chillanejos y penquistas atacan por el oriente, ya con más dificultades logran ser rechazados (pero con refuerzos), con algunos muertos a consecuencia del ataque realista (punto a cargo de dos capitanes, Javier Molina y Eugenio Cabrera).
Rancagua fue una batalla sudada y peleada, por lo queda en la memoria como algo especial, es un festival de muerte para ambos bandos. Osorio en la casa que toma como su cuartel general en Rancagua, cerca de la acción, emprende furioso contra el fracasado del español Rafael Maroto y encomienda una nueva carga al argentino Manuel Barañao, el cual se lanza corajudamente contra la trinchera, herido por los patriotas, vuelve a arremeter en un segundo tiempo ahora en compañía de Maroto, pero ni así pudo tomarse la trinchera de la Plaza.
Hubo un pequeño respiro, en el cual atienden a los heridos, que fueron llevados a una casa frente a la Iglesia de la Merced, bajo el cuidado del único médico que había, Pedro Morán.
Los patriotas comienzan a ganar posiciones en la ciudad, con la buena utilización de los techos. Osorio agotado y furioso, ordena quemar la ciudad. La lucha en evitar la destrucción de la ciudad, se traduce al final en combates cuerpo a cuerpo de casa en casa. Pero con el caer de la noche, se comienza a ver fuego en las afueras de la ciudad, un ataque de afuera hacia adentro. Ambos bandos agotados terminan disparando a ciegas, sin estrategia, solo para prevenir el movimiento del otro, con la luz de las llamas dominando el panorama.
El ejército patriota con dos divisiones (Juan José cede el mando de la suya a Bernardo ese día temprano, así que extraoficialmente había solo una), ambas maltrechas y fatigadas, mascaban los cartuchos de sus municiones para engañar el hambre y bebían agua ardiente ante la ausencia de agua. Al ver la situación general en la noche, Bernardo concluye que no había salvación para Rancagua, a lo menos que llegara José Miguel con su ejército desde Graneros (no se sabía nada de Carrera). A las 22:00 horas envían un mensaje a Carrera, con la idea de que enfrentase al ejército de Osorio con su división fresca, mientras que Juan José y Bernardo con sus hombres, se retiraban para evitar la masacre. El problema era que hacer con sus cañones, que desplazaban con bueyes, cuyo movimiento era lento. La opción clara era abandonarlos, pero era un literal regalo para el enemigo, se intentó atar la carga a los animales, pero la maniobra incluso era peligrosa al dejarlos expuesto a las balas.
El mensajero regresa a las dos horas, pero no logran entender el mensaje y hubo interpretaciones opuestas. Por un lado, Carrera tiempo después explica que la respuesta era en “código” por si su mensaje era interceptado, y decía que se retiraran y se le uniesen en Graneros. Pero Bernardo entiende lo contrario, que Carrera atacaría con todo en la madrugada.
Esa noche nadie durmió. Al salir el sol el 2 de octubre Bernardo sube a la torre de la Iglesia de la Merced con la esperanza de ver a Carrera acercarse, pero el paisaje era desolador, solo copado de realistas, que se preparaban para una nueva arremetida (la cuarta), la que tampoco tiene éxito. Pero a las 9:00 AM, los vigías advierten una nube de polvo al norte, era por fin la tercera división.
Bernardo incrédulo regresa a la torre de la iglesia, y ve un grupo de hombres alejándose de Rancagua (era Osorio), para enfrentar a los hombres de Carrera. Lo ocurre posterior fue el quiebre final y definitivo entre O’Higgins y Carrera. José Miguel y sus hombres, luego de un combate de 3 horas, emprende la retirada de toda su división, al verse superado.
Bernardo por tercera vez vuelve a subir a la torre, solo para confirmar que la horrible noticia era real. Al bajar solo murmuró que estaban todos perdidos. El recuento fue de 400-600 hombres muertos (la diferencia de cifras es que Osorio habla de 600 y el parte oficial de 400), y contando a los realistas se habla de un total de 1.300, adicional a ello los heridos del improvisado hospital murieron todos quemados.
Con la “séptima” arremetida de los realistas, ya quedaba solo retirarse. No sería algo fácil, Bernardo arma una columna con Francisco Javier Molina, Ramón Freire, Juan José Carrera, él, oficiales, hombres del capitán Sánchez y los de Astorga, además de mujeres y niños. El plan era brutal, doblaron al oriente en la calle de la Iglesia de La Merced, y pasan la trinchera realista a punta de cuchillazos y bayoneta. Avanzaron dos cuadras y doblan al norte por dos cuadras más. Ya con eso en las afueras de Rancagua, pero había otra trinchera enemiga más, también la pasan, pero con algunas bajas (Astorga recibe una bala y Calderón cae prisionero), salen rumbo a la cuesta de Chada, rumbo a la cordillera. El caballo de Bernardo, sin poder continuar más de extenuado, es salvado gracias a su escudero, el cual le dispara en la cara a un realista, dándole el caballo de este.
Carrera ahora estaba perdido, llego antes que Bernardo a Santiago, pero su división que no hizo mucho por ayudar a Bernardo, sufrió una deserción casi completa por el miedo. El escenario en la capital era paupérrimo, las fábricas de municiones y de pólvora, habían sido incendiadas, junto con los cuarteles del ejército. Hubo una ola de saqueos y el pánico ante una ola de venganza se apoderó de la ciudad.
Bernardo se reúne con su familia, que tras el desembarco de Osorio abandonó San Fernando, e instalado en Santiago en el Palacio Arzobispal (bajo el alero de Carrera, en favor de él, incluso se mantuvo esto en los días de Tres Acequias). Sin tiempo que perder la familia se pone inmediato rumbo hacia Los Andes, con una comitiva de 200 personas, entre las que iba Ramón Freire (todos armados). Se desconoce si Nieves iba con ellos, ya que en los días previos a Rancagua vivió con su padre Manuel Puga en Santiago (sin muy buena relación con la mujer de este, su padre le da una casa al lado).
El escape de ciudadanos en Santiago fue masivo. Carrera trabajaba en el traslado de los caudales de la Casa de Moneda y las pocas armas que quedaban, su idea era ir a Coquimbo con el gobierno, junto con su ejército, del cual trata infructuosamente de convencer (los hombres de su ejército querían ir a Mendoza).
Bernardo ya en Los Andes, preparó el cruce de la cordillera, y el 8 de octubre inicia con su familia el difícil camino. Luego de un viaje con muchas vicisitudes, el 15 la familia O’Higgins tuvo un respiro, se encontraron con los víveres que Mackenna les mandaba desde Mendoza, y el 16, un día antes de entrar a Mendoza, el gobernador de la provincia salió a recibirlos
El gobernador de Mendoza era un recién llegado en el cargo, que apenas toma el poder, se entera de lo de Rancagua. Tenía a su haber, un intento de derrotar a Abascal en lo que hoy es Bolivia, pero sus tropas llegaban derrotadas con el solo viaje, por lo que veía en Chile la posibilidad de ataque por mar, que era muy caro (pero lograble por la geografía), y no contaba (aún) con el respaldo de Buenos Aires para su plan, aunque con Chile en manos de Abascal, la idea se descartó. El gobernador recibe a Bernardo, de quien sabía bastante, ya sea por ideales compartidos o porque ambos pasaron por la logia de Francisco de Miranda, su nombre es “José de San Martín”.