El primer «Accidentado» Congreso de Chile
Bernardo O’Higgins (más como un destacado terrateniente del sur, que como un político) responde al llamado (junto a muchos otros seleccionados) para acudir a la capital y conformar parte del primer grupo de diputados en una provisoria asamblea hasta la conformación del Congreso, llamado realizado por la «Primera Junta Nacional de Gobierno», y conformación que se concreta un llamativo 4 de Julio de 1811, que desde ya da luces de cual era un posible «modelo a seguir» para la nación incipiente.
Bernardo en Santiago (quien estuvo ahí antes, por poco tiempo a su regreso de Cádiz) no era gran sorpresa la ciudad, pensemos que tenía a su haber, el visitar ciudades de Europa y la misma Lima, pero ahora era una visita especial, para conformar la «primera asamblea de diputados» de Chile, convocada por la Junta nacional. Santiago en esa época, tenía cuatro fronteras (que eran unos basurales) el río Mapocho al norte, la Cañada (actual Alameda) en el sur, la ladera del Santa Lucía por el oriente y el de San Miguel y San Pablo al occidente.
Por fuera de la ciudad el Mapocho conseguía dar el “verde” del paisaje, pero todo lo demás era un desierto. Por ejemplo, en el llano del río Maipo, eran tan árido que ni fauna existía. En contraste a ello visto desde arriba, Santiago se veía muy verde, esto al parecer por la arquitectura típica de la época, cuyas casas eran quintas, con árboles y extensos jardines en su interior. Algunas casas, de los más acaudalados, se caracterizaban por sus portones de cobre y algunos con escudos heráldicos familiares. Pero a pesar de toda esta pretensión aristocrática, se eclipsaba por su mal olor, al no tener sistema de alcantarillado, las heces corrían libres por acequias abiertas en las calles, llegando incluso a inundarse en ocasiones y formar tacos que inundaban avenidas de la vía pública.
Para el bando de Bernardo, encabezado por Martínez de Rozas, había una reciente demostración de poder, con la muerte de Figueroa, y se les suma a su suerte, la muerte de Toro y Zambrano y del arzobispo Aldunate, logrando la mayoría de radicales, en la Junta. Es en este escenario como llegan a Santiago los 36 diputados elegidos, entre titulares y suplentes. Los cuales llegan a interrumpir el flujo habitual de la Junta, y que, gracias a Martínez de Rozas, algunos obtienen vocalías, así es como Bernardo es favorecido y entra en la Junta.
No hubo nada de especial en la participación de Bernardo como diputado en esta parte de la historia, ya que la Junta era un caos, funcionaba muy ineficientemente. De las ideas que traía desde Los Ángeles, como el control de vagabundos o prohibir importar vino para favorecer la producción local, solo pudo poner en tabla el reenvío de personal militar a su zona, ya que los campos de los terratenientes estaban desprotegidos.
El 6 de mayo Santiago eligió sus diputados. Pero antes de que ocurriese eso, en el mes de enero (1811) los bandos moderados y realistas, argumentando que Santiago tenía más población, habían conseguido que el Cabildo proclamase que iba a doblar el número de diputados por Santiago. Fue una argumentación un tanto frontal y sin vergüenza alguna, ya que decían que el resto de las ciudades iba a nombrar máximo un diputado, pero Concepción tenía tres (otros pueblos dos), y Santiago debía exceder por lo menos en seis al pueblo con más diputados. En fin, Santiago sin preguntar, destinará doce diputados al congreso. No se trataba de solo ser más que Concepción, sino de una estrategia por parte de los bandos moderados, de controlar el futuro parlamento (recordemos que el fuerte de los patriotas era Concepción y algunos otros puntos, pero para nada Santiago).
Como resultan siendo decenas de personas, para que pudiese funcionar este «caos», se dividen en tres salas. Bernardo forma parte de la “sala de guerra”, pero prácticamente no hace nada, solo pone su firma para financiar un asado para los artilleros que vencieron a las tropas de Figueroa, y otras cosas similares.
Otro elemento negativo que se suma, es su mal estado de salud, mediante una enfermedad “reumática” (término usado para enfermedades cuya sintomatología incluyese fiebre y problemas respiratorios), que inicia con solo fiebre, pero lo resiste asistiendo de todas maneras a las sesiones.
El 24 de junio, días antes que el congreso se instalara formalmente y reemplazara a la junta, los diputados ultra (o pro independencia), dirigidos por Juan Pablo Fretes, protestan por el aumento en el cupo de diputados santiaguinos. En una carta, refiere que si las reglan del juego habían cambiado, los diputados que escribían se consideraban libres para desobedecer las órdenes del congreso. Bernardo entrega esta carta al secretario de la junta y se encarga de que la leyera, firmada por él, sus amigos Fretes y Arriagada, y el coronel que Martínez de Rozas había puesto al mando de los inquilinos de Las Canteras. Este escrito se leyó en la tabla se las sesiones, pero los diputados ultra, cedieron ante la petición de José Miguel Infante, de esperar a la posición del país frente a este aumento de diputados de la capital.
Bernardo cuenta con el apoyo del cabildo de Los Ángeles, pero fue tan poco el éxito de los diputados ultra en la sesión, que finalmente en una frase resumen que el congreso se “instalaría en el nombre del señor don Fernando VII”, por lo que el organismo gozaría del nombre de “alteza”, claramente frenando así las pretensiones de algunos más radicales.
La asamblea se constituye el 4 de julio de 1811, lo cual no es casual, como fecha del aniversario de los EEUU, lo que habla de las influencias de las ideas ilustradas. Camilo Henríquez, futuro director de la “Aurora de Chile”, dio el sermón en la catedral, y Martínez de Rozas como presidente de la accidentada junta de gobierno, entrega los poderes ejecutivo y legislativo a la nueva institución. El tema de que se iba a consultar a las provincias, por el aumento de diputados santiaguinos a doce, nunca se consulta, por lo que la tensión se mantuvo entre diputados y en las calles.
Los ultras comienzan a usar el término “sarracenos” (viene de un término despectivo de los españoles hacia los árabes, como un tipo de descalificación racial), para referirse a los realistas y el de “patriotas” para ellos mismos.
El 20 de julio se instaló una mesa “sarracena” que llama a establecer una nueva junta. Pero el 27 en la mañana, la plaza se llenó de hombres con armas ocultas en sus abrigos. Muchos diputados al ver esto, se abstuvieron de entrar a sesionar. Sin embargo, este golpe del bando ultra, no se concreta por la ausencia de su “jefe”, un militar de las familias más emblemáticas del Santiago colonial, dueña de lo que sería hoy la localidad de El Monte, mayor de cuatro hermanos y que su padre había sido vocal aquel 18 de septiembre anterior, un hombre explosivo de carácter, hablamos de Juan José Carrera.
Juan José era sargento mayor del Batallón de Granaderos y su fuerza y proezas atléticas (pero no de muchos dotes intelectuales) le hacían popular entre los hombres que dirigía. Ahora, ¿Por qué no se presentó ese día con sus seguidores?, aparentemente, en la víspera a dicha reunión, su hermano menor, José Miguel Carrera, llegado recién de España, lo convence que no era el momento de actuar aún.
Bernardo por su parte, luchando contra los reumatismos en la casa de su amigo Fretes, acude el 30 de julio a una importante sesión en el congreso. Para contextualizar dicha sesión, debemos mencionar que José Miguel Carrera, llega a Valparaíso a bordo del navío de guerra inglés Standard, y el capitán Charles Elphistone Fleming, mandaba a decir que estaba en el lugar y posición, para conducir a los diputados chilenos al Congreso General de Cortes que se celebraría en Cádiz, pero no solo ello, tenía también la petición que el “Reino de Chile”, le pasara a él, los tributos y fondos públicos que no se le enviaron a la Corona en todo este periodo (que debían ir al Consejo de Regencia español por ahora).
Hubo posturas dispares, pero a modo general la intención de Chile fue entregar los fondos al capitán Fleming. Pero Bernardo toma la palabra en dicha sesión (enfermo), argumentando que es ridículo enviar dichos fondos, si terminarían en manos francesas y que era urgente armar una fuerza de defensa del país.
Al capitán Elphinstone Fleming (sin finalmente recibir los fondos solicitados), con el pensamiento que los dineros habían sido malgastados por las administraciones anteriores y que lo poco que había sería usado en proteger el territorio, decide retirarse a Lima, lo cual no haría ninguna gracia al virrey Abascal.
Los moderados posponen sus planes de la nueva junta, pero era algo inevitable dentro de su bancada, al verse superiores en número y con mayor fuerza. Es ahí cuando los ultra queman su última oportunidad de salvar la situación, con un “golpe falso”, echando a correr el rumor de que Fleming enojado, por la negación de los fondos, se había tomado Valparaíso, y con la ayuda de los españoles del puerto avanzaba hacia Santiago, luego “clamando” para que los poderes completos fueran entregados a Juan Martínez de Rozas.
El problema fue que los moderados no muerden el anzuelo, con lo que se pierden ideas en favor de los ultra, tales como que Concepción aportara un vocal (de tres) a la junta, o hacer provincia a Coquimbo, y así tener un vocal de cada provincia.
El 9 de agosto de 1811 llega el día. Los moderados arman una junta a su gusto, gracias a lo cual Francisco Javier Reyna, el realista por excelencia (hasta en su apellido), queda designado jefe de la policía. Los ultra en respuesta, se retiraron del congreso, amenazando con una crisis social, con disparos y disturbios.
Bernardo, en dicho escenario, escribe a sus electores de Los Ángeles, pidiéndoles nuevamente un voto de confianza en lo que vendría. Pero cae enfermo, en casa de Fretes, para mantenerse en cama por varios meses.