José de San Martín, «del discriminado al salvador de Chile»
José de San Martín y Matorras, a diferencia de otros emblemáticos libertadores, no era parte de la elite, era un simple joven de piel morena, pelo negro, nariz aguileña, de un humilde poblado (Yapeyú), lugar donde otrora los jesuitas tenían una de sus grandes misiones, que luego de ser expulsados por el rey de España, su padre (Juan), teniente gobernador del lugar, junto a sus cinco hijos (San Martín el menor), queda a cargo de mantener dentro de lo posible, vivo el lugar que queda prácticamente abandonado.
De su fecha de nacimiento hay una gran historia enigmática, ya que hay numerosos documentos que dan distintas fechas, como cuando se casa con Remedios de Escalada en 1812, declara tener 31 años, con lo cual su nacimiento estaría en 1781, pero en base a estudios de biógrafos lo posicionan entre 1776 a 1781. De todos modos, algo oficial que se ha adoptado son las informaciones dadas por la familia para redactar su acta de defunción en 1850, quedando “verificado” el 25 de febrero de 1778, dato que coincide con Juan García del Río, biógrafo de San Martín (quién recibe órdenes directas de él al redactar su obra).
Este enigma por su edad, se conecta directamente con un elemento que acarrea dudas en su vida, que es la discriminación por un posible origen indígena, elemento muy confuso, ya que el origen de este elemento va desde que sus padres tenían tales orígenes o que simplemente era un huérfano adoptado. Quizás nada de esto sería de relevancia, si solo se hubiese quedado en el norte aislado, pero junto a su familia emigran en búsqueda de una mejor vida.
La familia San Martín y Matorras, luego de un breve paso por Buenos Aires, en 1784 se encuentra viviendo en Cádiz, para pasar a Madrid y luego Málaga. José es matriculado primero en el Real Seminario de Nobles de Madrid, para luego en su final estadía en Málaga terminar en la Escuela de Temporalidades de Málaga. Su sobrenombre era “indiano”, apodo peyorativo con el cual se referían sus compañeros (no sólo ellos ejercían discriminación, ya que los mismos registros de quienes dirigían estas instituciones, no lo mencionan, estableciendo dudas sobre su real paso por estas escuelas, pero sabemos que al ser para un público de cuna “noble”, preferían evitar mencionar a quienes no pertenecían a la aristocracia local).
No era un joven brillante, pero tampoco el último. Se puede destacar su buena memoria y su apego a la disciplina, además adquiere todo lo que un muchacho de buena casta debía tener (idiomas, geografía, baile, esgrima, entre “muchos” más). Con unas notas “no tan buenas”, se aboca a los paseos por la orilla del Mediterráneo, resultando en un problema para Juan, quien pasaba por un momento en su carrera militar un tanto “estático” (sin poder ascender socialmente, tampoco resultaba el mejor modelo para el joven).
José con solo once años, ingresa al Regimiento de Murcia, donde continúa las ofensas discriminativas en su contra. Esto determina una desconfianza en sí mismo relevante en su historia, no siendo la misma bestia política que Bolívar, o bestia social como Miranda, era más bien torpe en ambos aspectos. De hecho, en política, a diferencia de Bolívar que tuvo como maestros a Simón Rodríguez y Andrés Bello, grandes ideólogos de las revoluciones de la época, San Martín era en contraparte un desconfiado del mundo político.
Una de sus primeras campañas militares fue en Orán (ciudad mediterránea argelina, colonia de España en ese momento). Luego de una larga defensa contra los otomanos (incluido un terremoto de gran magnitud), el rey Carlos IV decide entregar el lugar. José con catorce años, idealista, al ver esta entrega y todo el esfuerzo puesto en su defensa, lo deja con un sabor amargo hacia el sistema español. Luego vendrían otras campañas, como sofocar a los franceses revolucionarios en la campaña de los Pirineos en 1793, para luego unirse a ellos y atacar a los ingleses (que luego se terminará uniendo a ellos en contra los ingleses).
Con una vida militar, llegaría hasta el 1808, donde es premiado con una medalla por su actuación en la Batalla de Bailén, la primera derrota de Napoleón, con lo que al fin gana el codiciado ascenso, ahora es teniente coronel.
Conoce algunas personas que crean una ruptura en su vida, el más importante es José Zapiola, un argentino que vivió en España, pero en mayo de 1810 participa en la revolución en Buenos Aires, con lo que es enviado de vuelta a Cádiz, para 1811 Zapiola estaba sirviendo a los ingleses bajo las órdenes de Beresford, momento en el cual conoce al escocés lord James Duff, quien pertenecía al regimiento de Talaveras con el rango de mayor general. Entre Zapiola, Duff y Carlos Alvear (otro argentino) convencen a San Martín de las ideas independentistas (terminarían meses después todos en Londres).
No hay antecedente de como un militar fiel a España y a sus guerras, termina cediendo ante estas ideas. Sabemos que viaja de Cádiz a Londres como incógnito (como un civil), con pasaporte falso y ayudado por la diplomacia británica. Ya en Londres, es dejado un tiempo en una pensión de mala muerte para luego de esa espera logra estar en presencia de la logia de Miranda.
En su paso por la logia, no conoce a O’Higgins (se había ido once años antes), ni tampoco a Miranda (se había ido en 1806), pero la organización ya era grande y no dependía de Miranda, ya bajo otro nombre, “Logia de los Caballeros Racionales”, donde será iniciado San Martín.
Dentro de los notables que conoce, destaca el Venezolano Andrés Bello, entre otros como Manuel Moreno y Tomás Guido (próceres de las campañas de Argentina y Chile), también afianza su amistad con quien lo convenció de estar ahí, Carlos Alvear (relación la cual se romperá con los años).
En 1812 es como a bordo de la fragata George Canning, regresa a Buenos Aires, dejando a su familia, a España y al ejército por el cual combatió, a una tierra que su familia miraba con resentimiento, pero a la vez con nostalgia.
San Martín llega a Buenos Aires en la época del primer triunvirato, una junta algo “bipolar”, que aún reconocía la legitimidad de Fernando VII, pero a la vez hacía la guerra a sus partidarios. José no tuvo buena llegada con los líderes políticos, quienes lo miraban con desconfianza, algo no injustificado, si pensamos en este joven que toda su vida sirvió al rey de España, y de un momento a otro llega a América con ideales liberales (pensaron incluso que era un espía). Pero lo que más faltaba en esos momentos era “experiencia militar”, por lo que no les quedó más que aceptarlo, encargándole como primera tarea la formación de un regimiento para custodiar las cosas del río Paraná, muy frecuentadas por realistas. Así es como surgen los Granaderos a Caballo, un cuerpo de élite del ejército, con el mayor profesionalismo militar visto hasta el momento.
De sus reuniones secretas en Londres, José sabía que era un riesgo si se llegase a filtrar información de lo que ahí se hablaba. Decide junto a sus amigos de Londres, fundar una organización secreta que sería clave para lo que es Argentina, Chile y Perú hoy, la «Logia Lautaro«.
La Logia no tenía buena relación con el gobierno, quienes ya tenían su mente ocupada con los conflictos militares contra el virrey del Perú, en lo que hoy es la frontera argentina – boliviana. Pero la Logia Lautaro, no se quedaría estática, y da un golpe para octubre de 1812, al instalar en el segundo triunvirato (segundo gobierno) argentino a dos de sus “hermanos” como miembros: Nicolás Rodríguez Peña y Antonio Álvarez Jonte.
En noviembre del mismo año, San Martín contrae nupcias con una joven de quince años, llamada Remedios Escalada. Si bien no era un mujeriego, el contexto de termino de alguna batalla, lo lleva más de una vez a un burdel, pero siempre su vida amorosa circula en torno a Remedios.
San Martín sin tiempo para vida marital, en febrero de 1813, se enfrenta a 300 españoles en el Combate de San Lorenzo, cerca de Rosario. Los realistas tenían Montevideo, ciudad sitiada en este momento y cuya única forma de abastecerse era el río (toda la costa del río Paraná hasta Rosario era lugar de grupos realistas que buscaban por ende provisiones). San Martín contaba con solo 125 hombres, decide atacar a uno de estos pequeños grupos que se acercaba por el río, que cuando desembarcan comienza el bautismo de fuego de José, quebrándose una pierna al caer de su caballo, una herida en la mejilla y de disloca un hombro (es ayudado por dos de sus hombres, Baigorría y Cabral, el segundo muere al ayudarlo por un disparo), a pesar de lo “accidentado”, gana la batalla.
San Martín solo cosechaba prestigio con los granaderos, mientras Manuel Belgrano, jefe del ejército del norte, lo perdía. Había conseguido ganar Tucumán y Salta a los realistas, los cuales, en una discutida decisión, deja huir a Bolivia. Cuando luego decide ir por ellos sufre dos estrepitosas derrotas, en Ayohuma y Vilcapugio, con eso pierden el altiplano y el conflicto con los realistas peligra.
Llega diciembre de 1813, y el segundo triunvirato decide designar a San Martín en reemplazo de Manuel Belgrano, al mando del ejército del norte, dejando Rosario por nuevas tierras. En enero de 1814, debe reorganizar un ejército destruido, al llegar a Tucumán trae consigo ropa, hospitales, mil hombres y cuatro piezas de artillería. El lugar se llenó de emigrantes, por lo que decide poner especial atención en la formación de un regimiento (replicado en su expedición a Chile), el de Pardos y Negros (bajo promesa de libertad de su condición de esclavos).
San Martín para organizar este nuevo ejército tarda tres meses, por lo que en su inicio en Tucumán solo estaba a la defensiva.
El problema viene por su principal problema de salud, una úlcera gástrica no tratada, y que solo usaba analgésicos para ello. Al no poder seguir, debe pedir licencia y marcharse a Córdoba. En este punto de la historia hay dudas sobre sus intenciones, ya que se dice que en este punto San Martín se percata que Buenos Aires no ganaría la guerra en Bolivia, ya que los argentinos con solo ir a la zona de combate era un trabajo y desgaste gigante, en cambio los enemigos esperaban frescos, por lo que San Martín comienza a proponer que lo más sensato es atacar Lima por mar, y para ello era necesaria una fuerza marítima en Chile, fuese cual fuese su costo.
En el ámbito personal, tenía mala relación con su suegra Tomasa de la Quintana y con los hermanos de Remedios, quienes lo veían como un soldado de segunda y un hombre incapaz de llevar una vida de pareja y mantener a su esposa. Solo logra la simpatía de su suegro, Antonio de Escalada, que era un hijo ilegítimo que logró vencer los prejuicios coloniales.
El plan de ataque por mar fue bien recibido por el gobierno, y el Director Supremo de argentina, Gervasio Posadas (en 1814, el triunvirato por temas más de carácter económico es depuesto, ante las derrotas en el norte) nombra a San Martín gobernador de la provincia de Cuyo, un lugar a salvo de la guerra, imposible de atacar desde Chile por la altura de sus montañas y lejos de Bolivia y Buenos Aires. Así es como junto con su mujer, se radica en Mendoza, un lugar aburrido, solo para trabajos administrativos, pero idílico para organizar la escuadra que, desde Chile, derrotaría al virrey del Perú.