Bernardo O`Higgins

Infancia de Bernardo: «Un pelirrojo en Chile»

La vida de Bernardo como niño, quien llamaba la atención con un fenotipo bien atípico a la mezcla del español con el indígena chileno, toma un vuelco desde el momento en que se divulga el rumor sobre quien es su padre.

Si analizamos su presencia en Talca, en la hacienda de los Albano (comerciante portugués, amigo de Ambrosio O’Higgins y tutor de Bernardo), que se encuentra en un radio urbano de la ciudad, con solo verlo frente a la plaza de armas, de ojos azules profundos, piel blanca, medio pelirrojo, en un mundo de ojos negros, y piel morena, con estos nuevos rumores llamaba ahora más la atención de los pueblerinos.

Juan Albano Pereira Márquez

En 1788 Ambrosio manda a buscar a Bernardo, para enviarlo a Chillán, y ahí iniciar sus estudios como interno en el “Seminario de Naturales” (o Colegio de Misiones). El establecimiento fundado a principios del siglo, por los jesuitas, en inicio como “Real Seminario de Nobles Araucanos”, no era un colegio cualquiera. Cuando los jesuitas (“Compañía de Jesús”) son expulsados, el internado queda en manos de los franciscanos de la congregación «Propaganda Fide«, quienes son el brazo misionero de la iglesia católica de aquella época. Prácticamente no contaba con maestros criollos, eran todos españoles, cuya actividad misionera no era solo en el recinto educacional, sino que también se dedicaron a controlar al pueblo mapuche, en base a campañas que apuntaba a calar más profundo en los indígenas, demostrando más preocupación por ellos, y no solo sobornándolos con objetos o negociaciones como las autoridades vigentes. Por esto y por su absoluta fidelidad al rey, eran mimados y cuidados por la Corona.

El internado es un granero intelectual para la administración colonial, los que terminaban sus estudios, seguían en Santiago (con cargo al fisco). Los objetivos del internado eran simples (en contexto de la época), principalmente una doctrina cristiana, aprendiendo a leer, escribir, contar y entender sobre gramática. Era una doctrina rígida para nuestros estándares, anteponiendo a Dios, como un elemento punitivo a sus antiguas costumbres.

Bernardo tuvo como recto a Francisco Javier Ramírez, español, de alegre personalidad, a quien Bernardo lo trata como “taitita” o “maestro”.

Uno de sus preceptores que más tuve cercanía con él, fue fray Gil Calvo, maestro de primeras lecturas. Sacerdote que no pasaba de los treinta años, quien terminaría, paradójicamente, expulsado del país por él mismo.

Bernardo en el internado, figuraba con el apellido Riquelme, y su apoderado para cualquier efecto fue Thomas Delphin (próspero empresario naviero de Valparaíso y El Callao, con muchos favores pendientes a Ambrosio, quien le encarga el cuidado de Bernardo). Pero no era un secreto para los sacerdotes los orígenes reales del vástago de la familia Riquelme.

Es en este periodo de su vida, en Chillán, donde al fin pudo Isabel Riquelme, pasar un buen tiempo con su hijo, con la venia de los franciscanos. En cuanto a Isabel no hay claridad de cuál era su realidad en esta época, algunos teorizan que junto a su hija Rosa, cayeron en una profunda pobreza, con el desinterés total de Ambrosio al respecto, termina como costurera, otros teorizan (la que es la opción más probable), que solo volvió a su hogar con su padre a seguir una vida alejada de las miradas. Al ver cartas de periodos posteriores, se cree que el apego madre e hijo, debe haber ocurrido en esta época.

Isabel Riquelme, en su juventud

Con el brillante futuro político de Ambrosio, y Bernardo ya de 13 años, se da la orden a Thomas Delphin, de enviar a Bernardo a Lima, alejándolo de Isabel. Se piensa que dicha acción pudo estar motivada por la situación actual de Isabel, ya que estaba embarazada, el padre era Manuel Puga (un vecino de Pal Pal), quien le da la promesa de matrimonio a Isabel, lo que no llega a puerto, al Puga unirse en convivencia con una niña huérfana más joven que ella, de apellido Pineda, con la cual Puga vive por ocho años, y tendrían 5 hijos. Isabel vuelve a ser tema de los locales, en muy malos términos, y ocurre la separación con Bernardo, solo volverían a verse 10 años después. Una nueva decepción y calamidad, caía sobre Isabel, ya con dos promesas de matrimonio fallidas, y con la separación de su primogénito, con el cual comenzaba a establecer una cercanía basada en un sincero amor madre e hijo. Para Bernardo, esto sería el inicio de su formación intelectual, que detona en su futura impronta política.

Dejar una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *