Realeza

Juana I y Felipe I (1504-1516): «La Loca y el Hermoso, un amor que llevó a la locura»

Final del siglo XV, y un imperio que empezaba formarse. Una mujer bella, culta, inteligente y con dotes para la música. Juana de Aragón y Castilla, segunda hija de los reyes católicos, pasa a la historia con el ofensivo apelativo de “La Loca”. Se lo ganaría por actos tan desmesurados, como velar por 19 años el cadáver de su marido. Hecho el cual, para ciertos historiadores, es una locura con un trasfondo racional, el inmenso amor por su marido.

Juana I de Castilla

Desde muy pequeña demuestra un gran intelecto. Al no ser la primera designada por la línea sucesoria de sus padres, recibe una educación orientada hacia la obediencia más que a dirigir un gobierno. Entre sus tutores se enumeran, Andrés de Miranda (sacerdote), Beatriz Galindo “La Latina” (confidente de su madre) y su propia madre, la reina, que sigue muy de cerca su educación a pesar de sus responsabilidades.

El príncipe Juan, su hermano, al contrario, recibe una educación orientada en gobernar a futuro. Desde muy joven comienza a dirigir su casa y posesiones, para así entrenarse en lo que será su futuro como gobernador.

Siguiendo su ideología de afianzar relaciones con otras naciones, confiados en las aptitudes de Juana, los reyes católicos deciden reforzar los lazos de amistad con el sacro emperador romano-germánico Maximiliano de Habsburgo«, este último solicita para su hijo Felipe, archiduque de Austria, la mano de la princesa. Como respuesta a ello, los reyes piden la mano de la otra hija del emperador, Margarita de Austria, para su hijo Juan. Estos emparejamientos son probablemente el logro diplomático más grande de los reyes católicos.

Felipe de Habsburgo, Hijo de Maximiliano I con María de Borgoña, nace en Brujas en 1478. Al morir su madre con tan solo 4 años de edad, se convierte en duque de Borgoña. En agosto de 1496, Juana parte desde Laredo para encontrarse con su marido. Como demostración de poder de la Corona Castellana, viaja acompañada por 131 buques y más de 15.000 hombres. Juana no es recibida por su prometido, quién estaba ocupado en convencer a sus concejeros de la necesidad de matrimonio con Juana para la alianza con Castilla. Los concejeros eran más partidarios que esa unión fuese con Francia.

Juana y Felipe «El Hermoso»

La religiosidad y sobriedad de la corte castellana, nada tenían que ver con la festiva, desinhibida e individualista corte que se encontró Juana al llegar a Flandes. A diferencia de Castilla, en la corte flamenca dominaban los nobles, y las decisiones se tomaban en base a su criterio, utilizando a un influenciable Felipe en segundo plano.

Cuando ambos se conocen, surge un chispazo de amor, que no duraría mucho tiempo, porque en el caso de Felipe prontamente se dedica a encontrarse con otras damas de la corte.

El matrimonio se lleva a cabo el 21 de agosto de 1496, en la ciudad de Lille. Un matrimonio apresurado, en relación a esta potente atracción que surge entre ellos. Nacerán de esta unión 6 hijos: Leonor, Carlos (futuro Carlos I de España), Isabel, Fernando, María y Catalina.

Juana con sus hijos (uno de ellos es Carlos)

El 24 de noviembre de 1498, nace el primer hijo del matrimonio, la infanta Leonor. Solo 2 años después en Gante, nace el segundo hijo, Carlos, lugar en el cual Juana se encontraba con motivo de una recepción.

El 18 de julio de 1501, da luz a su tercer hijo, Isabel (en honor a su abuela materna).

Habiendo fallecido los hermanos de Juana, el príncipe Juan y la infanta Isabel, así como el hijo de esta, el infante portugués Miguel, Juana se convierte en la heredera de las coronas de Castilla y Aragón.

La ausencia de Felipe, debido a su presencia en los distintos territorios que gobernaba, agravaron considerablemente el deterioro mental de Juana. Enterada la reina Isabel, ordenó regresar a su hija a su lado. Juana acata la orden, y regresando a Castilla, dejando en Bruselas a sus 3 hijos pequeños. Una vez en Castilla, da luz a su cuarto hijo, Fernando, llamado así en honor al abuelo del niño (“El Católico”).

La reina Isabel fallece en 1504, lo que plantea nuevamente el dilema de la sucesión en Castilla. Pero en su testamento deja registrada como su heredera a Juana, y en caso de muerte de esta a su hijo Carlos.  Pero ante el estado mental de Juana, se decide nombrar a Fernando “El Católico” rey regente, hasta que Juana se sienta apta para el cargo. El problema surge con la nobleza, debido a que eran partidarios de Felipe El Hermoso, por lo que Fernando en favor de su yerno y de evitar un conflicto, decide ceder su cargo a Felipe, y se retira a Aragón. Felipe y Juana, serán entonces nombrados reyes de Castilla. Sin embargo, ante la muerte de Felipe I, y la incapacidad de su hija Juana, Fernando tomará nuevamente la regencia de Castilla.

Germana de Foix, segunda esposa de Fernando el Católico

En 1505, Fernando contrae nuevas nupcias con Germana de Foix, con la que además tuvo un hijo, Juan, pero muere a temprana edad, sino hubiese sido rey de Aragón.

Durante este periodo Fernando se centra en los asuntos de Aragón (que luego terminaría a cargo de su hijo natural, Alonso) e Italia, delegando el gobierno Castilla al Cardenal Cisneros. Mediante testamento Fernando, deja todas sus posesiones a su nieto, Carlos. Todo esto demuestra que no tenía el mismo pensamiento que Isabel, en cuanto a la unión de los 2 reinos, descuidando Castilla.

En 1505, luego de solucionado el problema sucesorio, se firmará la “Concordia de Salamanca”, bajo la cual se acuerda el gobierno tripartito de Fernando, Juana y Felipe. Pero las malas relaciones entre Fernando y su yerno, este último apoyado por la nobleza castellana, termina en la renuncia de Fernando a la Corona de Castilla, consiguiendo evitar un probable conflicto armado.

Juana decide regresar a la corte de Bruselas, para estar cerca de su marido y preocuparse personalmente de la educación de sus hijos. Será ahí donde nacerá su quinta hija, María.

Con la firma de la “Concordia de Villafáfila”, el 20 de junio de 1506, Fernando se retira a Aragón, dejando en el Reino de Castilla a Felipe, proclamado así rey, con el nombre de Felipe I. Este sería un reinado breve, ya que el 25 de septiembre del mismo año, muere de forma repentina, no hay una causa de muerte clara, teorías apuntan a un envenenamiento por parte de su suegro, o que contrajo la peste, pero la más extendida que luego de una competencia deportiva, bebió agua helada, contrayendo una fiebre que acabó con su vida.

Desde ese momento los rumores sobre el estado mental de la reina se acrecentaron, sobretodo cuando esta decide trasladar el cuerpo de su esposo desde Burgos, donde fallece, hasta Granada (por deseos de él mismo). El viaje se realiza solo de noche, y Juana siempre estuvo al lado del féretro. Cuando la comitiva que acompañaba a Juana arriba a la ciudad de Torquemada, da a luz a su sexta hija, Catalina, póstuma de Felipe. Este traslado, sería un viaje de 8 largos meses.

Fernando al ver el deterioro mental de su hija, se acoge a una disposición del testamento de Isabel, y vuelve a ser regente de Castilla, en nombre de Felipe y de Carlos, el hijo de Juana. Juana es encerrada en Tordesillas, en enero de 1509. Ahí pasaría los siguientes 46 siguientes años de su vida, en reclusión forzosa, vestida siempre de negro y con la única compañía de su hija pequeña Catalina, una compañía que duraría hasta que esta se marcha para contraer nupcias con el rey Juan III de Portugal.

Reclusión de Juana en Tordesillas, Junto a Catalina su sexta hija

La imagen de Juana se convierte en el estandarte de la rebelión comunera, que la veían como su reina. Por su parte la realeza, hasta la época de Carlos, se empeñan en vociferar su locura, para evitar ideas de que pueda tomar el poder. Dentro de quienes se sumaron a la causa comunera, fue la ciudad de Tordesillas, cuyos habitantes asaltan el palacio de la reina y obligan a su custodio, que la reina reciba una comisión de los asaltantes. Algún tiempo después, el líder de los comuneros, Juan de Padilla, se entrevista con la reina y le explica que la Junta de Ávila se propone acabar con los abusos de los políticos flamencos, traídos por el emperador Carlos, y devolver el trono a la auténtica reina de Castilla, Juana responde afirmativamente a las exigencias de los comuneros, y los apoya en castigar a todos los “malos”. Pero la revolución comunera es sofocada de manera trágica por las tropas del canciller Adriano, por lo que el cautiverio de Juana continúa.

A Juana no se le permite salir del Palacio de Tordesillas por ningún motivo, ni si quiera para visitar el féretro de su esposo (que se encuentra cerca, en espera de ser trasladado definitivamente a la Catedral de Granada).

La derrota de Villalar, no supuso el fin de la rebelión comunera, pero si fue el principio del fin al menos. Todas las comunidades castellanas fueron cayendo una tras otra, hasta que el 25 de octubre, en que Toledo se rinde, pero con la condición que se respete la vida de María Pacheco, conocida como “La leona de Castilla”, así como la vida de otros insurgentes comuneros. Tras esta derrota definitiva, hubo una feroz represión, las localidades comuneras fueran afectadas con cuantiosas indemnizaciones, que supusieron la ruina de por ejemplo localidades como Segovia. La nobleza vio reducido su poder y privilegios, en ese momento podemos decir que el absolutismo de instaló en España.

Batalla de Villalar, última batalla y derrota de los comuneros

La rebelión comunera, sirvió al menos para que el rey comprendiera que era mejor conseguir acuerdos con el reino más próspero de sus dominios, que enfrentarse directamente a quienes costeaban sus campañas militares. Por ello cambió drásticamente su forma de gobernar, en primera instancia introduce consejeros castellanos en vez de los flamencos, en un nuevo sistema de personas designadas directamente por él.

Al morir en 1516, Fernando, su nieto Carlos I, hereda además del Reino de Castilla, la Corona de Aragón. Por lo que Juana, solo fue reina de Castilla, ya que nunca oficialmente heredó de su padre la corona aragonesa.

A pesar de ello las cortes castellanas nunca declararon la incapacidad de la reina, ostentado oficialmente el título de reina, por lo que, en todos los documentos oficiales, debía figurar su nombre en primer lugar, como reina.

A la muerte de Fernando, la corona aragonesa cae en Alonso de Aragón, por entonces obispo de Zaragoza, que es hijo natural del rey y de Aldonza de Ivorra. El cardenal Cisneros, a su vez, asume la regencia de la Corona de Castilla. Ambos ejercen por sus partes, las regencias, hasta la llegada del príncipe Carlos desde Flandes.

Cardenal Cisneros, Regente de Castilla

El Cardenal Cisneros es un franciscano, severo, rígido, dispuesto a cumplir sus funciones como regente. Su trabajo es casi perfecto, realiza la reformación del clero y de hecho esta reforma en Castilla en concreto, hace que se imposibilite la entrada de la reforma protestante, es decir es un triunfo desde una perspectiva político-religiosa. En otro aspecto, muy en conocimiento del bajo nivel de preparación del clero, en lo teológico, promueve la fundación de una gran universidad, en la que los filólogos sientan la versión definitiva de la biblia, fundándose la Universidad de Alcalá de Henares, que consigue hacer la biblia políglota complutense. Además, en campañas en África, como la conquista de Orán y Masalquivir, tiene mucho que ver con la expansión de la religión, junto a lo que hizo en Granada, donde interviene con la quema de libros del Corán (años previos).

Estatua de Juana en la ciudad de Tordesillas

En los últimos años de Juana, se le suma al deterioro mental, el deterioro físico, teniendo severas dificultades para caminar. Incluso se vierten sobre ella acusaciones de estar endemoniada, debido a que su desinterés sobre la religión era ya más que evidente. Un jesuita, Francisco de Borja (después elevado a santo), le rinde visita por orden de su nieto Felipe II. El religioso asegura que todas las acusaciones en contra de ella, carecen de fundamento alguno, y que el estado de la reina se debe a que no ha tenido los tratos adecuados.

Francisco de Borja, la visita por última vez previo a su muerte, hecho que se produce el 12 de abril del año 1555.

Posteriormente en el periodo del romanticismo, pasa a ser el arquetipo de esta tendencia, visto como la mujer que el amor la lleva al extremo de la locura.

El reinado de Juana y Felipe, fue muy corto, por lo que supone muy poco para España. Recordar que ellos heredan la Corona de Castilla solamente, porque la de Aragón tenía su rey.

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