Segundo viaje a Europa: «La caída de un hombre y el alza de un libertador»
El 22 de enero de 1803, Simón Bolívar sufre la pena más grande su vida, muere su gran amor, su confidente y su esposa, María Teresa Rodríguez del Toro (un ser divino a los ojos de Simón), a causa de los embates de la terrible fiebre amarilla que azotaba en esos tiempos las tierras venezolanas. Al borde del suicidio, prácticamente un cadáver andante, solo encuentra consuelo en su familia…
Bolívar cumpliría 20 años y logra reponerse, surge su espíritu determinado, agresivo y combativo. Empieza a tomar un rol preponderante en sus tierras, interviniendo en contra de decisiones tomadas por su tío Carlos Palacios en sus haciendas, lo regaña incluso por no mantenerlo correctamente informado (terminaría dando la administración de sus propiedades a otra persona, José Manuel Jaén).
A los 21 años, sintiéndose en una rutina, sin motivación, decide viajar nuevamente a Europa. Contrata un barco para transportar cacao, café y añil (de sus campos) a España, junto a sus libros de “La Ilustración” como corriente filosófica, emprende un rumbo de 2 meses de un viaje duro, llegando finalmente a Cádiz, donde se queda un tiempo para vender sus productos y mandar las últimas instrucciones a Jaén. Un mes después, viaja a Madrid para consolar a su suegro don Bernardo del Toro, donde solo pasaría 2 meses, ya que todo le daba un triste recuerdo de su esposa y además solo visibilizaba un imperio en su autodestrucción.
Un mes después, la Corona, emite un decreto en el cual todas las personas sin residencia permanente debían evacuar la ciudad por la escasez de pan, lo cual no lo molesta, al contrario, le da un alivio. Cruzaría hacia Francia con el primo de María Teresa y amigo de la infancia, Fernando del Toro, llegando a París.
Llegaron poco antes de la proclamación de Napoleón como emperador, un 18 de mayo de 1804. París en ese momento con la moral en lo más alto, con muchas expectativas de su devenir, no sentía límites en lo que podía lograr.
Los filósofos de la Ilustración dieron paso a una nueva era, “La Revolución”, se había de cierto modo reinventado la nación y Napoleón en Europa y Oriente Medio con sus éxitos militares, parecía convertirse en una potencia mundial. Este ascenso de Napoleón, maravilló a Bolívar. Caminaba por París y no podía dejar de ver este aire de prosperidad, todo lo contrario, a lo visto en España. Si bien en el Nuevo Mundo no le iba muy bien, ya que meses antes habían perdido Haití, en el Viejo Mundo era solo éxitos. Otro hecho relevante (en el desapego de Francia de América), era la venta de Luisiana a Thomas Jefferson. Ante lo mencionado, se gesta en Bolívar una adoración por la gobernación napoleónica, hecho el cual no duraría por siempre.
Bolívar y Del Toro, llegan a un hotel para extranjeros en la «rue Vivienne», cerca del Palacio del Louvre. Ahí se juntaban con otros jóvenes criollos, incluso encontrándose con un viejo conocido más tarde, el exiliado profesor Simón Rodríguez. Bolívar termina quitándose la ropa de luto, y cayendo ante los placeres de la vida parisina.
París, era una ciudad liberal, de mucho entretenimiento, con teatros reactivados (posterior a la Revolución), ballet, salas de juegos, entre otros. El lugar favorito de Bolívar era el Palais Royal, complejo de arcadas y jardines públicos.
En toda esta modernidad, es donde conoce a “Fanny” Denis de Trobriand, condesa de Dervieu du Villars, parisina que conoce en su paso por Bilbao. Fanny, al verlo de nuevo, lo encuentra cambiado, más llamativo, que queda encantada con él. Fanny, que era 10 años mayor que Bolívar, a sus 16 años, toma nupcias con el conde Dervieu du Villars (25 años mayor que ella), comandante general de Lyon. El conde en tiempos anteriores, siendo arrestado por agentes de la Revolución, condenado a muerte, sería Fanny, quien obliga al fiscal mediante arma en mano, para que firmara un indulto para su marido (un poco parte del mito urbano de la época). El conde Du Villars, terminaría siendo coronel del ejército de Napoleón, y terminada la Revolución, sería senador del gobierno del mismo. En 1970, adquiere una lujosa mansión en la rue Basse de Saint Pierre, donde Fanny terminaría instalada como una dama de la gran sociedad. Pero el viejo conde siempre prefirió su casa de campo de Lyon, por lo que salía de París por lagos periodos, dejando a su esposa en libertad de acción, siendo asidua a las juntas parisinas, frecuente en la corte del emperador y amiga de damas famosas de la época (como la madame de Récamier).
Fanny, era una reconocida mujer promiscua, de amantes famosos, como el príncipe Eugéne de Beauharnais (hijo de la emperatriz josefina y a quien Napoleón posteriormente nombraría virrey de Italia). Pero el amante que más atañe para este relato es el mismo Simón Bolívar, que en París era un hombre elegante, de preciosos uniformes, buenos caballos, tenía sirvientes, un palco fijo en la ópera, en resumen, alguien muy extravagante y de lujos, para lo que era la realidad en aquella época en Francia.
Se llamaban primos (porque Fanny tenía un antepasado apellido Aristiguieta, apellido del sacerdote que le hereda su fortuna, conexión realmente no probada), esto fue conveniente, ya que podían visitarse frecuentemente y libremente, transformándose en buenos amantes. Fue recibido por gusto por el conde, al ver que era familiar de su esposa.
A parte de Fanny si hubo otras amantes un tanto menos relevantes, como una bailarina anónima y una matrona conocida en Bilbao (Therèse Laisney, concubina de un coronel retirado de origen peruano, Mariano de Tristán y Moscoso). Bolívar en estos años aprende a vivir el amor de otra forma, ya no como un amor eterno, sino que algo momentáneo y desechable. Pero si era una persona incapaz de estar sin compañía femenina.
Alexander Von Humboldt, barón, naturalista famoso, probablemente se conoce con Bolívar en la casa de Fanny o a través de Carlos Montúfar (botánico de Quito, parte de la comitiva de Von Humboldt, y miembro de ese íntimo grupo de jóvenes latinoamericanos de Bolívar). Von Humboldt, junto a Aimé Bonpland hicieron un gran viaje entre 1799 y 1804 (en la última parte del viaje se suma Montúfar), la cual consiste en una gran expedición al Nuevo Continente, viajando a lo largo de América Latina, para realizar un registro y recolección de especímenes animales y plantas, resultados que fueron publicados en 30 volúmenes, transformando para siempre la ciencia de occidente y marcando las bases de la geografía moderna. Al igual que Bolívar, hombre guapo y popular, llega a París en 1804, casi directamente desde la Casa Blanca de Jefferson (a quien asesora sobre la compra de Luisiana, y deliberado sobre la expedición de Lewis y Clarck). Bolívar tenía motivos de sobra para visitarlo, además que visitó Caracas, tiempo en el cual comparte con las hermanas de Bolívar, y a los Palacios (incluso se habría alojado con sus suegros posteriomente, los Del Toro), un detalle importante es que, Von Humboldt, le tenía un respeto muy grande al padre Andújar, quien fue el profesor de matemáticas de Bolívar en su infancia. Bolívar al pertenecer a este grupo íntimo, puedo ir a la mansión del barón y en primera persona ver la colección de especímenes de América Latina, y el entusiasmo con el cual Humboldt y Bonpland hablaban del lugar. Si bien ellos mucho más intelectuales, no estaban del todo convencidos de Bolívar, no podían negar su pasión y entusiasmo, por lo que terminan siendo buenos amigos. Con quienes tienen las primeras conversaciones a cerca de la libertad de América.
2 de diciembre, 1804. Napoleón se coronó emperador en la catedral de Notre-Dame de manos del papa Pío VII, perdiendo así la admiración que tenía hacia él, sintiéndolo como un tirano más y un hipócrita, un obstáculo para el progreso de la civilización. Otros emblemáticos, contrarios igual al hecho ocurrido, fueron Ludwig Van Beethoven, quien había compuesto la “Eroica”, en honor a Napoleón, decidiendo finalmente quitarle el nombre a dicha composición.
El disgusto con Napoleón era tan intenso, que Simón estalló en un banquete, con varios invitados distinguidos (senadores, soldadores y sacerdotes), quejándose en duros términos contra Napoleón, lo cual finalizaría en una pelea (la mitología dice que fue contra Eugéne de Beauharnais, el hijastro de Napoleón). Bolívar acusa frente a todos a l emperador, de un traición contra la libertad, culpando principalmente de ello a los clérigos presentes. A la mañana siguiente Mariano de Tristán, coronel, le sugiere a Bolívar que abandone el país por su seguridad.
Bolívar había tocado fondo en París, había perdido una fortuna, tuvo que llegar a pedir dinero prestado a Fanny. Paga sus deudas, al sentirse humillado, y deja el juego para siempre. Europa entraba en el invierno, Simón en un franco deterioro mental y físico, por el cual su profesor Rodríguez se preocupaba mucho. Le sugiere un paseo por Francia e Italia, en lugares cálidos.
Simón Rodríguez, el exiliado profesor, como ya sabemos estuvo en Jamaica como Samuel Robinson, donde trabaja en una escuela, aprendiendo inglés y tipografía. Luego llegaría a Baltimore, donde vive por 3 años, trabajando en una imprenta. Trabajaría en su vida en muchos oficios, pero su consigna era estar siempre aprendiendo y viviendo según los principios de la Ilustración. En 1799, viaja a Bayona, comuna de Francia, donde enseña español, francés e inglés, y donde con el sacerdote exiliado, fray Servando Teresa de Mier, comienzan el sueño de una escuela de idiomas en París, y es en 1801 cuando se hace realidad. Terminan enseñando principalmente español, ya que adquiere moda el idioma en contexto de una alianza de Francia con España. Llegaríamos hasta el año 1804, que es cuando se encuentra con Bolívar. El profesor Rodríguez no duda ni un segundo, en tomar este viaje “curativo” con Bolívar y Del Toro, para la mejoría de salud de su pupilo, por lo que emprenden rumbo a Italia en abril de 1805.
El 26 de mayo de 1804, estaban en Milán viendo a Napoleón mientras recibía la corona de Lombardía (la que se dice que contiene uno de los clavos usados en la crucifixión de Cristo), también estaba Fanny, su esposo y su amante el príncipe. La celebración por esta investidura, dura varios días, y el 8 de junio Napoleón inviste a su hijastro, Eugène de Beauharnais de 24 años, con el título de virrey del nuevo reino de Italia.
El viaje del grupo continúa hacia Roma, con muchas paradas entre medio, de las cuales Bolívar destaca a Florencia por su historia, y luego Roma le otorga una profunda inspiración, que pudo haber dado el inicio de su carrera (quizás comparando la obra de Julio César, y replicarla en su querida Venezuela).
En Italia se vuelvo a reencontrar con Alexander Von Humboldt, quien visitaba a su hermano Wilhem, casa en la cual probablemente ocurrían las reuniones. Wilhem era el embajador de Prusia ante la Santa Cede. Gracias a este último, es que conoce a Antonio Vargas Laguna, el embajador de España ante la Santa Sede, quien lleva a Bolívar ante el papa Pío VII. Antonio, supuestamente había instruido a Bolívar sobre los gestos a realiza ante el papa, como besarle la sandalia o mostrar sumisión ante los símbolos papales, pero cuando estaba ante el papa, Bolívar se niega a hacerlo, pero el papa resta importancia de lo ocurrido.
El viaje finalizaría con el mítico juramente en el monte sacro (palatino) de Roma, donde junto a su amigo y su profesor, realizan el juramente de libertad de su patria, hito simbólico que marca el inicio de su carrera independentista. Ahí finaliza el viaje, volviendo a Francia, no se sabe fecha, pero si hay registro que la logia masona, lo registra como reclutado entre noviembre de 1805 y febrero de 1806. Ahora era una persona completamente renovada, no era el mismo que había salido de Francia. Ahora era robusto, enérgico, abstemio, curioso y disciplinado, el modelo de revolucionario. Su unión a los masones fue solo para conocer a otros hombres con deseos de cambiar el mundo.
La historia de Bolívar en Europa no termina ahí… se vinieron grandes dificultades atribuibles a la guerra europea. Al Gran Bretaña dominar el mar, y bloquear así las costas de Francia, le hizo imposible a Bolívar recibir dinero o zarpar hacia su hogar. Fuera de eso, aumentaba su frustración la fallida campaña de Miranda (de la cual Bolívar ya predecía su fracaso, ante una “Venezuela” no preparada en lo mental y en espíritu para ello).
Bolívar con un poco de dinero prestado de un amigo, le permite viajar desde Francia a Alemania, para zarpar de un puerto neutral. Todo este apremio por viajar, surge a raíz de un compromiso adquirido con María Teresa, su hermana. Prometió que ubicaría a su sobrino, Anacleto Clemente, en un colegio en Filadelfia. Anacleto había llegado poco antes a Francia, con solo 10 años. En ese momento ser joven y hombre en Francia era difícil, ya que la Grande Armée de Napoleón, reclutaba vorazmente hombres jóvenes para sus filas.
Bolívar y Anacleto, pensaban partir desde Hamburgo, pero justo los húsares de Napoleón atraviesan a terreno prusiano, derrotando a su ejército y tomando Berlín. Bolívar lograría zarpar tomando un barco (por los pelos), ingresando a través de Holanda, llegando así a Charleston, Carolina del Sur.