Simón Bolívar y Simón Rodríguez, «Pupilo y Maestro rebelde… un encuentro determinante»
Simón era un niño ingobernable, criado por una esclava negra, llamada Hipólita (quién fue querida y tratada como una más de la familia), ella le da el amor que solo una madre puede otorgar. No había nadie que dictaminara mano dura, nadie lo castigaba, solo encontraría doña Concepción ayuda en nada menos que en la Real Audiencia, ya que Simón tenía por herencia una propiedad tan grande, y no había quien pudiera tomar su crianza (recordemos que doña Concepción se encontraba ya enfermera en la infancia de Bolívar), que ellos designan a un eminente jurista para supervisar el progreso de Simón, encargándole a José Miguel Sanz dicha tarea.
Sanz era decano del Colegio de Abogados, ávido escritor, había tratado de convencer a las autoridades coloniales para importar la primera imprenta a Venezuela, no lográndolo, pero si haciéndose un respeto entre españoles y criollos. De 36 años, era un modelo de padre joven de personalidad estricta. Antes de que cumpliera 6 años, se lo lleva a vivir a su propio techo, preocupado de lo arrogante y desordenado del joven Bolívar, y con el peso de un futuro poder a su haber. Tuvo que contratar un monje capuchino, el padre Francisco de Andújar, que a pesar de tratar de mezclar la enseñanza con entretenidas historias, no había quien captara la atención del joven. Antes de cumplir 8 años, ya estaba de vuelta en la casa de la calle San Jacinto, con un primer intento educativo fracasado.
Para ese momento doña Concepción con su salud en un mal momento, decide aislarse en la plantación de azúcar de San Mateo, dejando a sus hijos por su cuenta, solo con los cuidados de los sirvientes. Simón pasaba los días jugando con los hijos de los esclavos, sin control de nadie.
Unas de las últimas ambiciones de doña Concepción en su declive, era la de asegurar para Juan Vicente (hermano mayor de Simón) el marquesado que el suegro había comprado años antes. A diferencia de la familia Bolívar, la familia de doña Concepción (familia Palacios), le daba gran importancia a la nobleza y el prestigio, por lo que retoman la tarea de tomar este título, enviando así a su hermano Esteban Palacios a España para trabajar en dicha diligencia, pero desde España ya existía el cuestionamiento al linaje de Josefa Marín de Narváez. Situación que genera que el padre de la familia, Feliciano Palacios, cancelase la operación, no se quería arriesgar a potencialmente arruinar la sangre de los Bolívar, y así arruinar su principal negocio, administrar el patrimonio de la familia Bolívar.
María de la Concepción, regresa a Caracas (desde San Mateo), donde fallece a raíz de tuberculosis el 6 de julio de 1792, quedarán los 4 hijos a cargo del abuelo Feliciano Palacios.
La primera tarea de Feliciano, fue arreglar el matrimonio de sus nietas huérfanas, casando a María Antonia de 15 años, con un primo lejano, Pablo Clemente Francia. Unos pocos meses después, sería Juana de 13 años, con su tío Dionisio Palacios. Los 2 hermanos menores, quedarían en la casa de la calle San Jacinto a cargo de los sirvientes. Dentro de lo posible fue un abuelo presente, pero duraría poco, ya que al año siguiente fallece.
Los hermanos Bolívar eran muy ricos, su patrimonio neto al día de hoy corresponde a unos 40 millones de dólares, por lo cual, a pesar de estar solos, nunca serían ignorados. Quedaban prácticamente sin familiares “Bolívar”, lo cual convence a los familiares Palacios de que la fortuna sería de ellos eventualmente. Don Feliciano estaba tan convencido de esta idea, que en su testamento declara a sus hijos (los Palacios) guardianes legales de los niños Bolívar. Con lo cual Juan Vicente terminaría al cuidado de su tío Juan Félix Palacios, y Simón Bolívar con 10 años, al cuidado de su tío Carlos Palacios, soltero, mal humorado, perezoso, que vivía con sus hermanas en la casa de don Feliciano. Poco tiempo tuvo de preocuparse de Simón, gastando el dinero de los Bolívar, Simón termina siendo cuidado por las hermanas Palacios y sirvientes. inevitablemente se cría en la calle, con gente sin mucha educación, aprendiendo malos hábitos, educación si bien negativa, pero que le serviría para entender el mundo que España había creado en las Américas, apreciando la realidad más allá de su cómoda situación.
El tutor de Simón, Carlos Palacios, no era alguien con mucha paciencia, ni amor por los niños, por lo que en viajes de visita (a las otras propiedades familiares), dejaba a Simón solo por largos periodos de tiempo. Decide enviar a Simón a la escuela primaria, dirigida por el profesor (antes secretario de Don Feliciano Palacios) Simón Rodríguez. Era una institución escolar, muy atípica, con ausentismo escolar por montones, un profesor para 114 alumnos y con escases de recursos para la enseñanza, pero funcionaría como un respiro para Carlos Palacios.
Luego de una disputa por la custodia de Simón con María Antonia y su esposo, Carlos decide enviarlo a vivir con el profesor Rodríguez, bajo la completa negativa de Simón Bolívar. El día 1 de agosto de 1975, se convierte en pupilo oficial de Rodríguez, en ese momento profesor de 25 años.
Rodríguez no tenía una casa espaciosa, ni lujosa, al contrario, era siempre un verdadero caos. María Antonia, luego de muchas quejas de su hermano menor, presenta una petición de investigación a la Real Audiencia. Llega así el tribunal a inspeccionar la casa de Rodríguez, revelando la gran cantidad de gente que vivía en dicho espacio, de todos modos Rodríguez tuvo un cuidado prolijo con Bolívar, ya que se preocupaba que la comida que recibía viniera exclusivamente de la casa de Palacios entre otros privilegios con el joven. Tres días después de dicha inspección, Rodríguez informa la desaparición de Bolívar. No tardaría mucho en que un sacerdote llegara con Bolívar, sacerdote al cual Bolívar acude por ayuda, esta eminencia solicita ante el tribunal clemencia hacia el niño.
Cumpliendo dos meses encerrado bajo extrema vigilancia, cambia su «discurso» y se retracta de todo lo malo que había hablado contra su tío Carlos Palacios. Quizás más motivado por recuperar su libertad de juego con otros niños. Intervención por medio de su hermana, que logra ganar, y el tribunal si pone la salvedad que Simón debía ser supervisado y cuidado por gente respetable.
Durante los siguiente tres años recibe una educación ejemplar, Rodríguez se encarga de la lectura y la gramática, Andrés Bello, figura destacada en las letras latinoamericanas, fue tutor en literatura y geografía, el padre Francisco de Andújar, lo entrena en matemáticas y ciencias, entre otros, pero fue su curiosidad lo que más lo haría llegar lejos, y aprender de los embates de la vida.
Simón Rodríguez, nacido en Caracas en 1771, abandonado por sus padres (probables mantuanos), adoptado por Rosalía Rodríguez (posteriormente también por el sacerdote Alejandro Carreño, por eso sus apellidos, “Rodríguez Carreño”, lo cual eliminaría posteriormente en base a un odio contra la iglesia, quedando solo como “Rodríguez”), fue el más importante docente para la naturaleza rebelde de Bolívar, aunque como pedagogo la historia no tiene muy buenas referencias. Pero su mente aventurera, le permite entender las excentricidades del joven, dejándolo desarrollarse libre. Rodríguez era un admirador de Rousseau, Locke, Voltaire y Montesquieu, o sea de la doctrina de la Ilustración en el aspecto de la autodeterminación, idea la cual no expresaba en público por temor a las represalias de la autoridad imperante. Era un creyente de la ciencia en oposición a la religión y del individuo contra el Estado. Para Bolívar puede que no haya sido el mejor docente para aprender a leer o deletrear como debía, pero lo ayuda a sentar un base para el amor por las ideas y una búsqueda de la libertad.
"La ilustración, se refiere a la revolución científica en Europa que desafiaba la autoridad y la misma Fe imperante. Ejemplos de autores revolucionarios de esta corriente son Adam Smith, Thomas Paine, Jean-Jacques Rousseau, Voltaire, Montesquieu, entre otros. Los cuales mediante escritos y por medio de ideas de viajeros, llegan a América siendo la chispa que prende la llama independentista."
En 1797, Simón terminaría de comprender las ideas implícitamente impartidas por Rodríguez, durante un intento de independencia en Venezuela, por un movimiento radical iniciado en Madrid.
El movimiento es iniciado por masones, quienes organizan un golpe de estado contra el rey. Esto detonaría en la detención de algunos conspiradores en La Guaira, ejemplo de ello fue el escritor y educador español, Juan Bautista Picornell, llevado a prisión. Desde ese lugar toma contacto con 2 criollos disidentes: el capitán Manuel Gual y un terrateniente de la ciudad de Macuto, José María España. Quienes eran los orquestadores del complot hacia los jefes españoles en Caracas.
Descubiertos, se vieron en la obligación de escapar. Al ser investigados, se llega a conocer el objetivo de la revolución, que era:
- El control total del Ejército y el Gobierno
- Libertad de cultivar y vender tabaco
- Eliminación del impuesto a las ventas
- Libre comercio con potencias extranjeras
- Fin a la exportación de oro y plata
- Libertad de crear un ejército
- Igualdad entre personas de todos colores
- Erradicación del tributo indígena
- Abolición de la esclavitud
Durante el proceso de investigación y descubriendo a todos los implicados, se llega al nombre de Simón Rodríguez, resultado un juicio de ello. A lo cual el mentor de la infancia de Bolívar, el abogado José Miguel Sanz, encabeza la defensa del maestro, revocando la condena, pero tribunal pide como condición a ello que deje las colonias. Tomando así Rodríguez, rumbo a Jamaica, sin despedirse de nadie, ni de Bolívar ni de su esposa, allá adoptaría el nombre de Samuel Robinson, tomando una futura ruta que pasaría por Estados Unidos y terminando en Europa (donde años después volvería a reencontrarse con Bolívar).
De aquí en adelante seguiría con tutores que no llamarían tanto la atención del joven Bolívar. Además, su tío, Carlos Palacios, empezaba a orquestar los requisitos que cumplir para que el joven pueda recibir su herencia (a fin de apoderarse de ella), por lo que inscribe a Simón en el cuerpo de milicias de élite, los “Voluntarios Blancos del Valle de Aragua” fundado por su abuelo, Juan de Bolívar, que luego su padre don Juan Vicente había comandado. Pasaría un año en este lugar (esto era normal en los jóvenes mantuanos, prácticamente un ritual de iniciación en su casta). En este proceso llegaría a teniente segundo, y de paso entrando en un codiciado circulo interno.
A la edad de 15 años, por intervención de su tío Esteban Palacios en España, y con la venia de Carlos Palacios, seguiría sus estudios en Madrid. Zarpando en enero de 1799 hacia Cádiz, en el barco San Ildefonso. En ese mismo momento, José María España uno de los conspiradores junto a Gual, regresaba a Venezuela en secreto en una canoa luego de 2 años, sería sorprendido por tropas españolas en un escondite, declarado culpable de alta traición, es ahorcado en la plaza de Caracas. tiempo después, espías españoles rastrean a Manuel Gual en la isla de la Trinidad, terminaría muerto a raíz de un frasco con veneno, siendo un claro mensaje de como pagaban los traidores a la Corona.