Ambrosio, de la pobreza a la riqueza
Ambrosio, cuyo apellido correcto es Higgins (ya se explicará más adelante el cambio), lograría en la cúspide de su vida ser rey de un país ajeno (virrey), pero a muy avanzada edad. llamado burlescamente «el camarón» por sus notorios vasos capilares a través de su translúcida piel.
Su vida en Irlanda de glamorosa no tenía nada. Prácticamente era un sirviente hasta los 30 años, pero no es que fuese de los escalafones más bajos, sino que a pesar de su avanzada adultez no figuraba en lo que su ambición personal ya deseaba para esos momentos.
Nace en 1720 en Ballenary (un caserío del condado de Sligo, en el noroeste de Irlanda), lugar famoso por la pesca con mosca, y cuya trucha es de las más famosas del mundo, cuyos otros focos económicos son la ganadería ovina y bovina. Sus principales atractivos turísticos son el lago Arrow, la abadía domínica de Ballyndoon (hoy solo un montón de piedras) y un cementerio (aunque Chile en los últimos años, instaló una placa en memoria de Ambrosio).
Para entender todo esto, y como llegaría a ser de importante Ambrosio para nuestra historia, debemos remontarnos a la «Rebelión irlandesa» contra el dominio inglés. sofocada por el jefe militar y dictador Oliver Cromwell.
Cae el año 1649, el despiadado Cromwell actúa sin misericordia, hasta hoy se recuerda su huella de sangre en territorio irlandés. Se transformó en el principal enemigo contra el cual lucharía Irlanda, de una manera desigual, ya que Cromwell, contaba con un ejercito profesional, ante el cual los nobles irlandeses, solo aficionados a la guerra, cuyos reclutas no eran más que campesinos sin experiencia. Si bien, hubieron grandes derrotas en contra de los irlandeses, no les quitaba el sueño de lucha. Por su parte, los ingleses actuaban sin remordimiento, con el recuerdo de las matanzas ejercidas por los mismos irlandeses en contra suya a principio de la Gran Rebelión.
El resultado de este conflicto fue trágico para Irlanda, independiente de la casta social, todos fueron afectados. Al terminar su campaña en 1652, Cromwell, había asesinado a un aproximado de un tercio de los «papistas», que era la forma despectiva en que llamaban los ingleses a sus enemigos católicos.
Miles de irlandeses son desplazados a las indias occidentales (Barbados, Jamaica y el resto del caribe colonizado por Inglaterra) obligados a trabajar prácticamente como esclavos.
Entre las medidas impuestas por Cromwell a sus vecinos, fue que todos los terratenientes católicos que habían combatido en su contra, debían pagar con sus tierras, estas confiscaciones fueron llamadas las “Cromwell Plantations”, refiriéndose a su ejército, que fue beneficiado y «plantado en tierra enemiga» (con el fin de sosegarla y dominarla).
La tradición pone en boca de Cromwell la frase “To hell or Connaught”, refiriéndose a que los católicos podían elegir entre ser compensados con tierras en la occidental provincia de Connaught (el lugar más remoto imaginable) o irse al infierno.
En 1675 muchos soldados de Cromwell, habían vendido sus propiedades obtenidas por la guerra, pero el aún controlaba un 75% de las tierras cultivables.
En el condado de Sligo, lugar de nacimiento de Ambrosio, los terratenientes tuvieron que hacer espacio a algunos desplazados de sus tierras, entre ellos los Higgins de Ballynary, situación por medio de la cual probablemente la familia de Ambrosio se acenta en estas tierras.
La guerra continuaba, pero ya en 1691, era evidente la total derrota de los enemigos de Inglaterra. Desde ese momento los católicos, que eran mayoría, fueron discriminados legalmente en Irlanda. Había leyes que les impedían tener armas, votar, ser profesionales (excepto médicos), tener cargos políticos, educarse y poseer caballos de más de 5 libras (aunque todo esto podía evitarse convirtiéndose al anglicanismo). Además, debían pagar el diezmo a la Iglesia de Irlanda (nombre local de la iglesia anglicana). El punto más álgido de estas restricciones, es que había leyes que los inhabilitaron para poseer tierras, quizás un problema más para la élite católica, ya que los pobres vivían solo de papas y leche, en casuchas de barro, con techo de paja. Es muy probable, dada la educación de Ambrosio, que su familia perteneciera a una clase más alta entre estos grupos afectados.
Ambrosio Higgins, Hijo de Charles y Margaret Higgins, descendientes de la arrasada aristocracia católica celta, o llamados viejos irlandeses de cepa “pura”.
En su juventud, debe abandonar Sligo, el condado que lo ve nacer, no podía soportar más refugiados y la gente se vio obligada a abandonar el lugar. De todos modos, se teoriza que su migración pudo tener otros orígenes, en relación al año 1741, en el cual Irlanda experimenta una hambruna total (la “hambruna olvidada”, en contra parte a la célebre hambruna del siglo XIX, que determina la migración masiva a Estados Unidos), tras un duro invierno que mataría a miles de campesinos, determina un pequeño boom migratorio.
Ambrosio se traslada al condado de Meath, donde viviría cerca de Summerhill en un hogar del noble inglés Hércules Langford Rowley, que también tenía algunas tierras en Ballenary, por lo que algún nexo pudo haber con los Higgins. Charles arrienda (porque no puede poseer propiedades) la propiedad de Langford. Durante esos años Ambrosio, trabaja como «postillón» (mozo encargado de la correspondencia y los viajes a caballo) de los Rowley, se cree que al servicio de Jane, una de las hijas de la familia.
Ambrosio en base a pretensiones de una vida mejor, decide migrar fuera de la isla, en Irlanda quedarían sus hermanos Thomas y Michael, otro hermano, William, migraría también, inscribiéndose en un seminario en España (el cual termina viviendo finalmente en Asunción, Paraguay, por problemas económicos).
El perfil típico del irlandés que migraba, era dedicarse al comercio en Cádiz, Lisboa o Burdeos, o enrolarse en los ejércitos de Francia, España, Austria o Rusia, a estos irlandeses se les llamas popularmente los “wild geese” (los gansos salvajes). Era una migración de la élite, que podía mostrar títulos de nobleza (que les franqueaba el paso a círculos sociales aristocráticos), distinta a la migración de los pobres a los Estados Unidos por ejemplo, a hacer trabajos que nadie quería.
En Irlanda abundaban los administradores que certificaban con rapidez los orígenes nobles de los interesados (no siempre un origen del todo real), pero es así como apellidos irlandeses, tales como: O`Donnell, O`Connor, O`Reilly, Farrell y Cullen, pasaron de ser simples campesinos en su país, a un origen linajudo en España.
En el caso de Ambrosio, igual certificaría un título de nobleza en Irlanda, el del «Barón de Ballenary«, sin embargo, fuera de lo habitual, el tramite fue hacia el final de su vida, más que nada para tapar la boca de aquellos que lo criticaban en Lima por ser extranjero, antes de ser nombrado virrey. La corona española no era aguda, en cuanto a la investigación de estos títulos, por lo cual fue aceptado como tal.
En 1751 Ambrosio viaja a Cádiz, ciudad que había desplazado a Sevilla en el monopolio portuario para el comercio hacia las Américas, por lo que para hacerse rico era el punto de inicio, sobretodo para un católico. Trabaja en Cádiz para la firma de William Butler, comerciante irlandés, exportador de vino hacia Sudamérica. Un tal Jacinto Butler, sería quien enviaría a Ambrosio a su primera misión en América.
En 1756, sube a un barco rumbo a Buenos Aires, si bien era una misión comercial, también personal, en cuanto a que visita a su hermano William en Asunción.
Ambrosio en esta época sin dinero, pero con buen conocimiento de las matemáticas, conocimiento poco común entre los barrocos hacendados de la élite colonial. Desde Paraguay, luego va a Buenos Aires, terminando su ruta en Lima, donde vive un tiempo, poniendo en claro su habilidad numérica, al establecer un comercio de géneros en una tienda en la Calle de los Judíos (actual segunda cuadra del Jirón Huallaga). No le fue bien, ya que el virrey de esa época, presionado por comerciantes limeños, emprende en contra de comerciantes extranjeros, expulsándolos.
Su siguiente destino sería Santiago, donde se compromete a importar desde Cádiz una suma superior a la que podía permitirse cualquier buhonero («comerciante ambulante»), 15 mil reales, que ya los tenía ofrecidos al vasco, Salvador de Trucios, uno de los hombres más acaudalados de Santiago (bienes que eran principalmente géneros), sin tampoco mucho éxito en ello (por el momento).
No sería necesario mucho tiempo para que Ambrosio se diese cuenta que “hacerse la américa”, era prácticamente un mito. Las aisladas colonias españolas, permitían a algunos pocos hombres hacerse ricos, pero condenaba también a la miseria a muchos, sin la suerte o la habilidad (o contactos), para prosperar en los negocios (había además incertidumbre en la navegación, grandes distancias, mala comunicación y piratería, lo cual influía en el comercio transatlántico, convirtiéndolo en un “azar”).
En mayo de 1759, Ambrosio estuvo en Valparaíso, listo para su embarque a España, convencido de su fracaso. No hay conocimiento mayor sobre este año, solo se recupera su pista un año después, en 1760 ya en Cádiz. En 1761 consigue la ciudadanía española, requisito para que lo dejaran dedicarse a los negocios con mayor tranquilidad.
Ambrosio no pudo regresar de inmediato a América, pero se dedica a cultivar amistades útiles. Su regreso sería de la mano de un irlandés, John Garland, un ingeniero, que se cree fue amigo de su juventud. Garland, ya había estado en Chile trabajando en la fortificación de Valdivia, y necesitaba ayudantes para fortificar el sur de Chile y reconstruir Concepción, destruida por el terremoto de 1751. Ambrosio bajo el cargo de «ingeniero delineador«, se embarca junto a Garland, con ello partiría la carrera funcionaria de Higgins.
Los dos irlandeses llegan a Buenos Aires, y de inmediato a Santiago en 1763, la primera idea fue construir unas casas en la cordillera de Los Andes, como refugio para el correo invernal (recordar que era amigo de quien controlaba el monopolio del correo en el Virreinato del Plata), la idea se concreta, y fue una de sus mejores gestas para ganar el favor de la corte española.
Un golpe de suerte llegaría, al poco tiempo de llegar a Santiago, la nave «Las Mercedes» arriba en Valparaíso en 1763, con las mercaderías vendidas a Trucios por 15 mil reales, que habían pactado hace 3 años. El problema fue que Trucios se arrepiente del negocio, dejando con una enorme deuda a Ambrosio con Cádiz.
Decide tomar el riesgo, y compra él mismo toda la mercancía, y mientras estaba levantando los fuertes en Valdivia, Diego de Armida (o Hermida) socio suyo, vendió toda la mercancía. Fue el primer negocio exitoso, que le permite instalar una tienda en la calle Ahumada, en Santiago.
En el sur siguiente con sus labores, al dibujar planes para Garland, adquiere un conocimiento mucho más provechoso, el de la geografía física y humana de la región conocida como la “Frontera”, el límite entre las tierras mapuches y chilenas.
Siguiendo su enmienda, los irlandeses emprenden un viaje por territorio mapuche, de Valdivia a Concepción, sin incidentes mayores, levantando los planos para el nuevo emplazamiento de la ciudad. Por orden real los habitantes debieron dejar la antigua plaza (actual localidad de Penco), y trasladarse a la actual ubicación en Concepción.
Pero su obra más importante fueron los refugios cordilleranos, ya que chile quedaría conectado todo el año con Buenos Aires, y así con Europa, al permitir travesías en épocas invernales con menos dificultad.
1765, Ambrosio comenzaría a tener problemas, al llegar una orden de expulsión en su contra, algo que no esperaba. Pero ya en sus 40 años, y ante el riesgo de perder todo lo logrado, decide volver a España. No logra mucho, más que le pagaran algunos sueldos pendientes. Buscaba que le fuera enmendada una tarea superior, y no ir como un simple ingeniero, pero no fue escuchado. Pero de todos modos fue autorizado para volver a Chile, con el mismo sueldo y rango.
En su tercer regreso a Chile (y último), llega en abril de 1769, época en la cual coincide con un gran levantamiento mapuche. Para su suerte, quien mejor conocía la zona, era Higgins. Con el tiempo se convirtió en una especie de líder de la “Frontera”, nada de lo que pasaba en los márgenes del Bío Bío se le escapaba, comenzaría a saborear el poder.
En 1769, se trenza en una lucha contra los pehuenches en las faldas del volcán Antuco, herido de gravedad en la cabeza y en los testículos, logra salir vivo. Luego de eso, y en un periodo menor a 5 años, logra ser el hombre más importante de la zona, gracias al conflicto con los mapuches, ya que le permitió atraerlos con regalos, falsas promesas y vino.
Su gran éxito fue atrae la fidelidad de los pehuenches, a cambio de apoyarlos en la lucha contra los huilliches y llanistas. Se movía por ende mediante conspiraciones dentro de la política indígena.
Lograría una paz en el territorio, pero inestable, ya que necesitaba de constantes premios, castigos, negociaciones y guerras. Pero que para la administración colonial era más que suficiente, y no estaba interesada en indagar más a fondo.
Ambrosio entra en una paradoja. Se empezaba a lucir con Santiago, Lima y Madrid, pero él quería abandonar esta zona extrema, ya que hacerse rico no iba a ocurrir en el sur de Chile, además no amaba la vida militar.
Intentaría el traslado muchas veces, pero en 1773 en un viaje a Lima, se entrevista con el virrey Manuel de Amat y Junient (16 años mayor, noble, Catalán, ex gobernador de Chile, caballero de la Orden de Malta) uno de los hombres más ricos de América y su corte en Lima, la más pomposa en la historia del virreinato.
Había una cosa que tenían en común, la batalla contra los mapuches. Amat quería asegurar una ruta entre Concepción y Chiloé, pero no lo logra. Higgins en contraparte había logrado mucho más en ello, por lo que Amat lo comienza a ver como un funcionario imprescindible,
En relación a sus adversarios, destacan los mapuches. Se relata en base a relatos de Vicente Carvallo (autor de la última historia de Chile escrita en el periodo colonial), que en 1776 Ambrosio manda a matar al lonko Lebián. Se encontraba en Los Ángeles, pueblo asediado por los pehuenches subandinos y llanistas. Asesinato que, bajo intrigas, fueron ocultos (en parte) a la luz pública, ocultando la influencia de Ambrosio en dicha enmienda.
Ante la presión de sus mandantes, debió actuar en contra de los asesinos (que aparentemente fueron enviados por él mismo, para poder salvarse de repercusiones), dos de ellos fueron enviados a la horca, el resto condenado a presidio perpetuo. Todos ellos sintiéndose traicionados por Domingo Tirapegui, quien supuestamente orquesta todo, y cuyo cargo era coincidentemente, secretario de Ambrosio.
Los asesinatos de lonkos generarían un problema en la “imagen” de Higgins frente a sus superiores en Santiago. Por lo que, en 1777, deja Los Ángeles, y viaja a Santiago a reunirse con el gobernador de la ciudad, Agustín de Jáuregui, con la doble misión de ganar el favor de los oidores y del presidente de la Audiencia, y por el otro descansar (en las termas de Cauquenes).
Su descanso fue corto, porque un mapuche, Caullantu, hijo del lonko Lebián, comenzó a mover las masas. Ambrosio llega a tiempo para neutralizarlo. La ciudad de Santiago con sus propios problemas, ya no podía prestar real atención en Ambrosio, ante lo cual fue dotado de plenos poderes para actuar en dichos levantamientos como estimase necesario, siendo el comienzo de su camino hacia el virreinato.
Un comentario
Gicela Vallejos M
Me parece genial el relato de la vida de Ambrosio, el cual se va haciendo cada vez más interesante en la medida que se va desarrollando y relatando su vida.
Es impresionante como esté personaje llega a Chile y va abriendose camino para lograr sus propósitos y metas.
Estoy esperando saber cómo continúa la historia de Ambrosio.
Gracias por compartir parte de la historia del personaje. que nos inspira a luchar por nuestros ideales y sueños.